Venezuela
El domingo de esta semana será para Venezuela el inicio de algunos acontecimientos que marcarán su rumbo. Hace dos meses, Nicolás Maduro convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, una decisión altamente polémica, no solo porque la convocatoria se produce en un ambiente de convulsión política y social, sino que además, estaría alejada de lo previsto constitucionalmente en ese país.
Conforme al decreto que llama a constituir la Asamblea Constituyente, esta tendría una particular conformación en la que, de manera indirecta, se elegiría a sus integrantes. Los constitucionalistas de ese Estado cuestionan su legitimidad, ya que estaría fuera de lo establecido constitucionalmente para producir cambios en la norma suprema venezolana.
En este ya polémico ambiente, para este domingo la oposición venezolana ha convocado a un plebiscito para consultarle al pueblo si está de acuerdo o no con la instalación de una Asamblea Constituyente en ese país, pues aseguran que más del setenta por ciento de la población no apoya esta medida. Paralelamente, hace pocos días el órgano electoral de Venezuela convocó a un simulacro de la elección de asambleístas constituyentes, el mismo día del plebiscito convocado por la Mesa de la Unidad.
Para atizar aún más el fuego, las recientes declaraciones del presidente ruso acerca de su respaldo hacia el gobierno venezolano avivan los cuestionamientos sobre el régimen de Maduro.
Ante esa realidad, Venezuela se enfrenta este fin de semana a un camino incierto, un plebiscito que mostrará una tendencia poblacional y unas elecciones en dos semanas, que han sido polémicas desde distintos aspectos.
Lo que no puedo dejar de preguntarme es por qué América Latina es un continente que cae tan fácilmente en las manos de un tirano, que con un barniz popular se convence y cree convencer a un pueblo de que él es su protector, aunque el pueblo le muestre lo contrario.