Universidad del Rio

Es sorprendente conocer que la prestigiosa Universidad Técnica Santa María de Guayaquil cerrará sus puertas. Los ecuatorianos somos testigos de los múltiples perjuicios causados al país por el gobierno anterior, entre ellos, impedir a cientos de miles de jóvenes acceder a la educación superior. Entorpecer cualquiera sea el pretexto, que una entidad que ha venido entregando un indiscutible aporte a la educación universitaria siga funcionando, sin costo alguno para el país, resulta inadmisible.

No estamos de acuerdo en regresar a la época en que se crearon universidades por intereses políticos en el antiguo Congreso Nacional. Lo inentendible es poner trabas a una institución que ha demostrado ser eficiente, que ha contado con el cooperación y aval de una de las universidades del más alto rango en Chile, que debemos reconocer que exhibe mejores estándares en educación superior que los que muestran los centros universitarios y politécnicos del Ecuador. Esto deviene en una demostración de aquello que Albert Einstein nos enseñó: “desgraciadamente la estupidez es lo que más libremente circula por el mundo”.

Guayaquil no puede ni debe permitir que le cierren esta universidad. Hay dos opciones para que siga funcionando: la una, con un estatus similar al que tienen la Flacso y la Andina Simón Bolívar en Quito, que se podría viabilizar reconociendo sus años de actividades en una disposición transitoria en las reformas a la Ley de Educación Superior; la otra, la planteada por quienes con demostrada mística han venido patrocinando y manteniendo la entidad en Guayaquil, creando la Universidad del Río, cuyo nombre se convertiría en un leal homenaje a Guayaquil y sus ricas tradiciones históricas. Ese proyecto no debe ser únicamente de los promotores de la universidad, debe ser un proyecto de la Academia nacional.

El presidente Moreno, que ofreció en su campaña electoral crear 40 universidades técnicas, tiene en este caso la oportunidad de auspiciar esta institución, que ha probado ante el organismo de evaluación del país sus virtudes y fortaleza como centro académico de elevado nivel.