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Universidad y politica

Es imposible una universidad apolítica. No existe en ningún país del mundo. Es como pensar una sociedad sin ciudadanía y sin ella. Por eso uno de los graves problemas de la Universidad de Guayaquil no es la política sino su perversión por parte de sectas y mafias que la han hecho botín de sus enanas ambiciones. Son grupos de interés que desde adentro realizan una demolición continua de las bases académicas, científicas, tecnológicas, administrativas, etc., de esa institución. Por eso cualquier proceso para lograr su reorientación y reconstitución debe realizar una fumigación contra esos grupúsculos. Ellos constituyen el mayor obstáculo que tienen el Dr. Passailaigue y la Comisión Interventora en su quijotesca labor de sacar la universidad del laberinto en el que la han atrapado y entrampado. Son sectas ideológicas, verdaderas pandillas mafiosas y corruptas. No tienen un proyecto académico serio, riguroso ni honesto. Carecen de una visión científica, técnica, administrativa, financiera o institucional de la universidad. Son una jauría, con apetitos deshonestos. Por eso pactaron y coexistieron alegremente con los PhD corruptos que impuso el correato para debilitarla y alejarla más de la colectividad guayaquileña. La sociedad y Guayaquil tienen el deber de respaldar la gestión de los actuales interventores, acompañarlos en su tarea de rescatarla, reconstituirla y reorientarla, pues la universidad es patrimonio y capital intelectual de esta colectividad y no de esos grupos mafiosos. Es importante que las fuerzas vivas de la ciudad y los académicos honestos pongan al servicio de esa comisión y de su rector encargado todo lo que puedan aportar para que la institución recobre su prestigio, calidad y solvencia, y vuelva a ser la sede de la razón del Puerto y del Litoral. Ningún sector social de la provincia y de la costa puede ser indiferente a los desafíos, tareas y acciones de esa comisión. De ellos, como académicos y hombres honestos, depende el futuro de la universidad, donde se origina y se domicilia la razón científica-cultural de la urbe y la región. Aquello solo será posible si acompañamos a nuestra universidad, la apoyamos y estamos dispuestos a luchar por ella, y eso significa identificar a las sectas mafiosas que destruyen el presente y futuro de la ‘alma mater’.