La Unidad piensa su gobierno

La Unidad piensa su gobierno

Va de nuevo. La Unidad se quita de encima el óxido político que le dejaron los cuatro meses de suspensión de sus negociaciones conjuntas desde que anunciaran el acuerdo legislativo, en enero.

Va de nuevo. La Unidad se quita de encima el óxido político que le dejaron los cuatro meses de suspensión de sus negociaciones conjuntas desde que anunciaran el acuerdo legislativo, en enero.

La reunión en Samborondón, el lunes por la noche, fue una cita privada que sirvió para el reinicio de las conversaciones multilaterales entre el socialcristiano alcalde de la ciudad, Jaime Nebot, y sus colegas Paúl Carrasco (Podemos), Ramiro González (Avanza), Marcelino Chumpi (Pachakutik) y, mediante videoconferencia, el alcalde capitalino, Mauricio Rodas (SUMA), cuyo delegado Guillermo Celi sí asistió a la cita.

El encuentro de tres horas, que tuvo a la isla Mocolí como escenario, reafirma pactos previos y promete nuevos, pero vuelve a resultar en un vacío de candidaturas con miras a Carondelet que es, junto al plan de Gobierno, la principal nueva ocupación de La Unidad.

En ese sentido, la figura de Nebot, quien en declaraciones a la prensa insistió ayer en que “las candidaturas son medios, no fines”, vuelve a plantar la incertidumbre en una mesa de negociación donde el pedido de llevar su nombre a la papeleta se ha vuelto unísono y hasta redundante. “Pero volvió a decir que no. Que no cuenten con ello”, dijo una fuente presente en la reunión a EXPRESO.

Incluso en ese círculo, la palabra del socialcristiano no se toma como la última (“en política no hay que descartar nada”, dijo sobre esta opción González, el líder de Avanza, “porque si se dice ‘no, no y no’, ¿entonces para qué estar en un colectivo?) y ha abierto la necesidad de planes paralelos.

La Unidad ha decidido entonces descartar la idea del ‘offsider’ y mirar casa adentro. Los partidos deberán trabajar en la búsqueda de cuadros en su interior “para garantizar el cumplimiento del plan de Gobierno”, según John Argudo, vocero de Avanza. Estos, definidos según la Ley por la Asamblea Nacional de los movimientos, se convertirán en el binomio compartido.

El programa de Gobierno, que toma como base los principios firmados en Cuenca en enero: economía, libertad y derechos constitucionales, deberá trabajarse en conceptos generales y, según la agenda definida, se presentará a la prensa en Quito, dentro de tres semanas. Y aunque el socialcristiano Henry Cucalón augura un “paso acelerado en las definiciones”, lo más probable es que en esa cita tampoco se vuelva público el nombre más buscado de la corriente política: el candidato a presidente.

Distinta es la historia del acuerdo legislativo, donde La Unidad ha definido ya su estrategia: una lista nacional única para capitalizar el método Webster, que redondea la proporcionalidad de los votos y alianzas provinciales según la fortaleza de cada partido para sacar ventaja del método D’Hondt, que tiende a favorecer al partido más votado. La alianza electoral, un retador acercamiento del indigenismo, izquierdismo, centro y socialcristianismo, no implica sin embargo una fusión partidista; entre los acuerdos consta el mantener sus bloques parlamentarios, aunque comprometidos con base en los acuerdos.

Esos acuerdos firmados (y por firmar) son, a criterio de Carrasco, la base del éxito de una negociación que se anuncia “complicada” y que, de no llegar a concretarse en candidaturas, deja clara y pactada la agenda de Gobierno y legislatura.

¿En qué termina esto entonces? En lo que acaban todos los pronunciamientos de La Unidad, desde su génesis: “vendrán nuevas noticias”, dicen todos.