La última noche en el ‘Besgua’

La ultima noche en el ‘Besgua’

A menos de 24 horas de volver a casa, la alegría a bordo del Buque Escuela Guayas era palpable. Sobre la cubierta del ‘Besgua’, acrónimo que la Armada le da al buque, la pantalla y los instrumentos ya estaban instalados y oficiales y guardiamarinas agu

A menos de 24 horas de volver a casa, la alegría a bordo del Buque Escuela Guayas era palpable. Sobre la cubierta del ‘Besgua’, acrónimo que la Armada le da al buque, la pantalla y los instrumentos ya estaban instalados y oficiales y guardiamarinas aguardaban ansiosos el inicio de la última retreta con la que celebrarían su exitosa vuelta al mundo.

El festejo empezó pasadas las 19:00 entre aplausos y vítores. Primero se realizó el ‘fuete’, una serie de sketches cómicos en los que los 48 estudiantes de la Escuela de la Armada que participaron en el recorrido tuvieron la oportunidad de parodiar a sus superiores.

A ello le siguió la intervención de la Orquesta Guayas, que interpretó movidas melodías, entre ellas ‘Todo tiene su final’ del puertorriqueño Héctor Lavoe, que le dio una nota de nostalgia a la velada.

Sin embargo, entre la alegría de haber completado el viaje, también había ansiedad y añoranzas entre la tripulación.

Jean Carlos Centeno, por ejemplo, anhelaba llegar a casa a ver a sus padres.

El portovejense es el primer marino de su familia: “Mis papás siempre me apoyaron. Cuando supe que me iba a embarcar me felicitaron, pero también estaban apenados porque iba a estar lejos durante mucho tiempo. Conocer el mundo ha sido muy gratificante, pero también ha sido triste porque uno extraña a la familia y a los amigos y no es fácil comunicarse”.

El joven contó que una de las mayores dificultades a las que se enfrentó durante el viaje fue adaptarse a la convivencia entre compañeros y a los cambios de clima según avanzaba el recorrido por países y continentes.

Sin embargo, durante la travesía también se presentaron problemas mayores, como pasos tormentosos sobre el océano Atlántico e incluso una operación de alto riesgo que debió hacerse en medio de altamar.

“Uno de nuestros tripulantes fue diagnosticado con apendicitis. Fue durante la mitad del viaje entre Nueva Zelanda a Valparaíso y nos encontrábamos a quince días del puerto más cercano”, contó el oficial Franklin Valencia.

Mientras la celebración llegaba a su fin y la Orquesta Guayas tocaba su última canción, la conversación de los tripulantes se volcó en las experiencias vividas en los puertos visitados.

En lo que la mayoría de ellos concordaba era en que Sídney, en Australia; y Dubái, en los Emiratos Árabes, fueron las ciudades más impactantes que vieron, por su arquitectura.

No obstante, las religiones de Oriente y sus rígidas tradiciones fueron lo que más marcaron a los viajeros.

“En Arabia Saudita y en Egipto nos impresionaron lo tapadas que iban las chicas; y cómo todo estaba dividido por géneros. A ciertas horas, todo el mundo dejaba lo que estaba haciendo para ir a rezar”, añadió el guayaquileño Marcelo Saltos.

Tras el cierre de la celebración, oficiales y tripulantes tomaron sus respectivos puestos.

Ayer, las labores y las guardias de los tripulantes iniciaron con normalidad desde las 4:00. Había trabajo por hacer. Pero mientras más se acercaban las 15:00, hora de arribo en la urbe, los ánimos subieron. Pues si en algo podían concordar todos, era en que, aunque esta había sido una experiencia maravillosa, no había nada como volver a casa.