Ni siquiera los moradores de la playita del Guasmo gozan del balneario por la delincuencia y abandono.

Para hacer turistico el sur se necesitan mas que obras

La playita del Guasmo y los parques lineales en las orillas del estero están olvidados. Expertos apuntan a trabajar más con la comunidad en esta zona.

La playita del Guasmo fue inaugurada por el Municipio en 2004 y se exhibe en el portal web de los atractivos turísticos de Guayaquil como un “sitio de recreación, no solo de moradores de las cooperativas cercanas, sino de todo aquel que busque diversión y descanso”, pero en realidad, ni siquiera los vecinos del sector gozan del balneario, hoy aquejado por el abandono, la delincuencia y la soledad de negocios cerrados que solo abren en días específicos.

No es el único atractivo del sur que no despuntó tras su entrega a la comunidad. El parque lineal en la Isla Trinitaria, en el que el gobierno de Rafael Correa invirtió $ 20 millones, se suma a la lista. Los 11,5 kilómetros de regeneración nunca pudieron servir al turismo y ahora pujan por mantenimiento en medio de robo de inmobiliario urbano y deterioro.

La nube gris que aqueja a los barrios del sur cuando se habla de turismo contrasta con el auge que viven los malecones y las obras recientes que se concentran en el centro, sobre las que EXPRESO publicó ayer.

Es cierto que la delincuencia tiene mucho que ver en el truncamiento del desarrollo de atractivos del sur, pero la mala racha también deviene de la falta de trabajo con la comunidad a la hora de inaugurar las obras, analiza Juan José Jaramillo, exdirector zonal del Miduvi, catedrático universitario y experto en urbanismo.

“Aquí ha fallado, en los proyectos estatales y municipales, el aterrizaje a la realidad local. No se ha explotado el turismo comunitario, ese que logra que el habitante se adueñe de manera positiva y pueda generar trabajo de este recurso potencial”, observa el exfuncionario.

Como antecedente, y aunque no han fracasado, los balnearios del sur (Coviem, Viernes Santo y Puerto Lisa), que sirven a los moradores del sector, no resultan un atractivo turístico urbano para personas de otras zonas, por los robos reportados.

Es necesario mirar hacia proyectos extranjeros para liberarse de estos estigmas. En las favelas de Brasil, analiza, la comunidad se organiza para trabajar en conjunto en pro del turismo, pese a la peligrosidad del sector. Y logra con éxito desarrollar ese mercado.

En febrero de 2018, la Empresa Pública de Turismo, que preside Gloria Gallardo, organizó la actividad Guayaquil es mi Destino para disfrutar del Carnaval en la Isla Trinitaria. Allí se ofreció un desfile en homenaje a los afroecuatorianos, residentes mayoritarios de ese sector. A eso se sumó la decisión de replicar el desfile por las fiestas de independencia en 2020 en el Guasmo, esa es también una manera de mirar al sur, defiende la funcionaria.

Pero para el sur no es suficiente. Benny Sánchez, del Grupo de Danza Chonta Coro y Bambú, que ensaya en la Fragata y ha realizado varias presentaciones en el balneario artificial Viernes Santo, critica la falta de trabajo con esas comunidades, y culpa a ese problema del estancamiento del desarrollo turístico en su sector.

Es verdad que el Municipio ha hecho mucho con cemento e infraestructura, reconoce, que Guayaquil está a nivel de muchas ciudades del mundo; pero hace falta trabajar en el contacto de la gente con estos espacios públicos, advierte.

Hay esfuerzos en generar negocios turísticos privados en otras zonas del norte y centro y es lamentable el elitismo que existe cuando se trata del sur, critica. “Y no; no solo se necesitan desfiles acuáticos o fiestas improvisadas. Existen muchas personas que no se sienten integradas a la ciudad, que no sienten suya Guayaquil ni su espacio público”, lamenta.

Por eso recomienda que antes de potenciar el turismo, se trabaje socialmente y se apliquen políticas públicas para que las personas se empoderen de sus espacios. “Enseñarles a generar turismo como servicio y trabajo”.

En innumerables ocasiones, el presidente de la fundación encargada de la regeneración urbana, Siglo XXI, Wilfrido Matamoros, ha hecho énfasis en que las obras del sur siempre tienen problemas de vandalismo. Es real. En el balneario de la Coviem, por ejemplo, debieron elevarse las rejas porque no se respetaba el límite de ingreso y en otras zonas, como en Cisne II, simplemente asaltan el mobiliario urbano.

La única manera de revertir esta realidad es trabajar con la comunidad y conocerla, insiste el experto Juan José Jaramillo. Algo así hizo el Municipio de Medellín en la Comuna 13, una zona como el cerro Santa Ana que estaba golpeada por el crimen organizado y que luego de años de intervención comunitaria logró convertirse en un referente turístico. Allí, los vecinos son los guías y los dueños de los negocios de souvenirs.

Cuando EXPRESO trajo a colación los reclamos de uno de los líderes barriales del sur, en los que solicitaba atención a ese sector, y que se empiecen a desarrollar proyectos turísticos comprometidos, Gloria Gallardo adelantó que la Dirección de Urbanismo alista tres nuevos planes para el sur. Aún no da detalles.

Luis Almeida, concejal que representa a las parroquias sureñas Ximena y Febres-Cordero, adelantó en febrero que entre sus planes está proponer un centro turístico comercial a lo largo del contorno del Salado. De esa propuesta, asegura que ya hay conversaciones para “que se inicien los estudios”.

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