Trumpism
Tienen que elegir: ciencia o arte. ¿Qué es la política? Como politóloga he tratado de defender que es una ciencia. Cualquier argumento que podía utilizar (existen leyes y por lo tanto grados de predictibilidad), Donald Trump lo destruyó. Este martes, su aplastante victoria demostró que aparentemente la política es un arte; el arte de hacer lo imposible, posible. Quienes antes se burlaban, ahora comprenden la dimensión de la “amenaza”. Tanto es así que sin haber ganado las primarias, varios analistas se preguntan cómo sería su administración (el Apocalipsis).
Dejemos de lado las predicciones y enfoquémonos en entender las causas de lo imposible logrado. ¿Qué nos quiere decir el triunfo de Trump? La respuesta más simple sería afirmar que los estadounidenses son xenófobos. Sin embargo, si tomamos en consideración que parte del electorado que apoyó a Obama ahora apuesta por Trump, podemos ver que el “trumpism” nos muestra algo más que eso: quiénes son los verdaderamente indignados con el sistema político del país. Podríamos haber creído que eran los Occuppy Wallstreet o los Black Lives Matters. Cualquier minoría discriminada. Pues no. La clase media se lleva el premio; la enorme mayoría. Su indignación es consecuencia de dos motivos: en primer lugar la desmejora en su calidad de vida. Y en segundo lugar, por una razón sociológica: “white male” pasó de ser una descripción a una acusación. Tanto para las feministas, como para latinos y negros, este grupo constituye la causa principal de discriminación y desigualdad. En la última década se ha generado culpabilidad por pertenecer a esta población.
Trump simboliza su reivindicación. En otras palabras: dirigió su discurso a un sector que se siente ignorado y perjudicado. Y su estrategia está resultando. ¿Hemos visto antes este fenómeno? Sí. Lo único que cambia es el grupo objetivo. Desde esta perspectiva los resultados de Trump no se dieron por obra de arte. Seguimos siendo ciencia.
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