Trump y El Paso

Algo debí haber leído mal. Tras lo sucedido en El Paso, el presidente Donald Trump se dirigió a la nación. Condenaba y llamaba a aprobar verificaciones de antecedentes en la compra de armas. Bien, considerando que, hasta hoy, en EE. UU. hay más de un tiroteo por día. Pero algo habré escuchado mal, pues automáticamente añadió que esta legislación debería estar acompañada por la desesperada reforma migratoria. ¿A qué iba esto en ese preciso momento? Revisé el perfil de quien cometió los 22 ataques mortales. No era mexicano. Ni salvadoreño. Por el contrario, quien lo hizo, fue a El Paso justo porque el 83 % de sus habitantes son latinos. ¿Será posible que el mensaje entre líneas del presidente fuera “sin migración ilegal no pasarían estas cosas”? Podemos discutirlo. Pero el espacio de debate se reduce en lo siguiente: esas declaraciones fueron un cálculo electoral. En la primera fila de Trump está The NRA, una organización que ejerce presión en la política americana para que defiendan la Segunda Enmienda: el derecho a portar armas. Como tienen el apoyo de la industria de armamentos, lo que no le falta al NRA es capital. En la campaña de Trump donaron $30 millones. El NRA defiende la necesidad de portar armas porque, como afirmaron en 2008, “para los delincuentes extranjeros, EE. UU. es un supermercado gigante y nadie está cuidando la tienda”. En el imaginario colectivo que propagan no existen ni el Ejército, ni la Policía. Están solos y es su deber protegerse contra el latino. De ahí que Trump prometa un cambio en la ley de adquisición de armas (que exige la mayoría del país), y al mismo tiempo prometa seguridad migratoria. Les quita poco, les devuelve mucho. Un aspecto más llamó mi atención. Trump afirmó que estos eventos son producto de una cultura violenta en América. Los videojuegos, por ejemplo, influyen en la formación de los jóvenes. Y que esa cultura de odio no tiene lugar en América. Si eso quiere, el presidente debería renunciar, pues el tirador fue para proteger a su país de la invasión. Invasión, la palabra favorita del presidente, la que ha utilizado 2.000 veces en sus redes en lo que va del año.