Por que Trump

En viajes por todo el mundo en estas semanas, repetidamente me preguntaron: ¿es concebible que Donald Trump pueda llegar a ganar la Presidencia de Estados Unidos? y ¿cómo llegó su candidatura tan lejos? Es más difícil realizar un pronóstico político que uno económico, pero se puede decir que las probabilidades se inclinan fuertemente a favor de Hillary Clinton. Ambos competidores están muy cerca del otro en la carrera (al menos hasta hace muy poco), lo que es un misterio pues Clinton es una de las personas más calificadas y mejor preparadas que se haya postulado, mientras Trump es de las menos cualificadas y peor preparadas, y su campaña sobrevivió comportamientos que habrían puesto fin a las posibilidades de cualquier otro candidato en el pasado. Entonces, ¿por qué los estadounidenses están jugando a la ruleta rusa (es decir que existe al menos una posibilidad entre seis de una victoria de Trump)? Las personas que están fuera de EE.UU. quieren la respuesta, ya que el resultado les afecta también, a pesar de que no tienen influencia sobre él. Entonces, ¿por qué el Partido Republicano nominó a un candidato que incluso sus propios líderes rechazaron? Algunas personas se sienten atraídas por la personalidad de “show” de telerrealidad de Trump y muchos estadounidenses están económicamente peor que hace un cuarto de siglo. La economía de EE. UU. ha tenido un buen desempeño en su conjunto en las últimas seis décadas: el PIB ha aumentado casi seis veces. Mas, los frutos de ese crecimiento beneficiaron a un número relativamente pequeño de personas que se encuentran en la parte superior de la distribución de los ingresos -personas parecidas a Trump-, en parte gracias a los recortes masivos de impuestos que Trump, en caso de ganar, ampliaría y reforzaría. Simultáneamente, las reformas que los líderes políticos prometieron que garantizarían prosperidad para todos -como reformas al comercio exterior y liberalización financiera–no cumplieron su cometido en lo absoluto. Y, aquellas personas cuyo nivel de vida se estancó o disminuyó llegaron a una conclusión simple: los líderes políticos no sabían lo que decían o mentían (o ambas). Trump quiere culpar de todos los problemas al comercio exterior y a la inmigración, pero EE.UU. habría enfrentado la desindustrialización, incluso sin un comercio más libre: el empleo mundial en la industria manufacturera ha ido disminuyendo, con aumentos de productividad superiores al crecimiento de la demanda. Cuando los acuerdos comerciales fracasaron, no fue porque EE.UU. fuera menos listo que sus socios comerciales, sino que los intereses corporativos fueron los que dieron forma a la agenda de su comercio exterior. La “revolución” Thatcher-Reagan reescribió las reglas y reestructuró los mercados en beneficio de aquellos en la parte superior de la distribución de ingresos, aumentó la desigualdad y fracasó en su misión de aumentar el crecimiento. Una vez más debemos reescribir las reglas de la economía para que los ciudadanos comunes y corrientes se beneficien. El fenómeno Trump y una cantidad no despreciable de fenómenos políticos similares en Europa han puesto de manifiesto los riesgos muy superiores que conlleva no prestar atención a este mensaje: sociedades divididas, democracias socavadas y economías debilitadas.

Project Syndicate