Intercambio. Los comuneros realizaron el cambalache de los productos en porciones de los granos como poroto, quinua, maíz blanco y amarillo.

El trueque, una herencia dejada por los ancestros

Josefa, Adelina, Martha y Vicente intercambiaron semillas. Eran porciones similares de maíz blanco, amarillo y porotos; medidos en recipientes de barro del mismo tamaño.

Josefa, Adelina, Martha y Vicente intercambiaron semillas. Eran porciones similares de maíz blanco, amarillo y porotos; medidos en recipientes de barro del mismo tamaño.

Ellos interpretaron el ancestral y milenario sistema de convivencia y comercio preincaico, conocido como trueque, herencia dejada por los antepasados y que muy poco se mantiene. Esto ocurrió durante el Primer Intercambio de Semillas, que se cumplió en la Plazoleta Cívica de Cuenca dentro del ritual de Killa Raymi, Fiesta de la Luna y la Siembra.

Josefa, Adelina, Martha y Vicente vinieron desde la parroquia rural de Tarqui. Se situaron junto a otros 790 productores de Cañar, Morona Santiago y Azuay.

Con carpas blancas se protegieron del intenso sol y la amenaza de lluvia que venía de unas nubes grisáceas. “Cambio un puñado de maíz blanco por un poco de maíz amarillo, así voy acumulando variedad de producto”, explicó Josefa, quien intercambió el maíz con Vicente. Adela y Martha hicieron igual, hasta que los cuatro consiguieron aprovisionarse de las tres variedades de granos.

“Esto es recibir, compartir o intercambiar. Esto es el trueque, donde no hay valor material, sino convivencia, principios de solidaridad que caracterizan a las comunidades andinas”, explicaron los cuatro productores.

Esta costumbre aún se mantiene en la ruralidad ecuatoriana, expresa Roberto Ochoa (Tayta Rocky) investigador de la cultura indígena. “Hoy si va a un mercado y no se tiene dinero, no se puede comprar porque todo tiene un precio establecido, se entrega la moneda y el comerciante le da el producto. Cada vez valoramos menos el trueque, hay que tratar de mantenerlo vigente. Nuestros ancestros iban con sus productos al mercado y los intercambiaban por los que a ellos les hacía falta para subsistir”, expresó Elvia Ponce, representante de la Mesa Provincial de Agroecología.

Roberto Ochoa y Elvia Ponce coinciden en señalar que el trueque fue el primer mecanismo comercial de los pueblos y nacionalidades ancestrales.

En la época prehispánica no había hambre ni desnutrición, porque todas las familias tenían sus chakras y compartían mutuamente lo que cosechaban, dijeron.

Las civilizaciones precolombinas de los Andes llevaban lo que cosechaban, como maíz, porotos, alverjas, y lo intercambiaban por recursos naturales que se daban en la Costa, como algodón o algún otro producto que en la serranía no se daba.

Así fue como subsistieron los primeros pueblos del mundo. Los seres humanos se las ingeniaban para lograr conseguir los materiales que les hacía falta para vivir cómodos, sostuvieron los dos líderes campesinos. (F)