Bomberos trabajando, el pasado día 23,  por extinguir el incendio en el edificio Nicolini, en Lima, donde se almacenaban pinturas y productos inflamables.

Trabajando bajo llave entre el fuego en Peru

El incendio en Lima revela un infierno de abusos y esclavitud. Una mano por la rendija, lo último que se vio de una víctima

El fuego se inició al mediodía en un edificio de Lima. Jovi y Jorge Luis trabajan ahí, en el techo, encerrados bajo llave dentro de un contenedor. Piden ayuda. No pueden salir. Las llamas consumen todo. En el siglo XXI, informalidad y trabajo forzoso subsisten en Perú.

En dos semanas, el país ha visto arder una decena de predios, varios de ellos locales comerciales tugurizados. El último ocurrió el martes, donde siete personas murieron por un incendio en un edificio en Chiclayo (norte de Perú), donde además funcionaba un depósito informal de colchones.

Antes de esta tragedia, otra conmocionó a Lima: el incendio del edificio Nicolini, plagado de pequeños comercios de pinturas y material de ferretería. Allí desaparecieron cuatro personas, entre ellos Jovi Herrera y Jorge Luis Huamán.

El predio tiene tres pisos, pero aumentaba a seis por la cantidad de módulos de metal parecidos a contenedores, que tenía apilados en su techo. El fuego se inició hace hoy una semana y, pese a que fue controlado día y medio después, el martes, los bomberos aún trabajaban en el lugar.

Dentro de un contenedor y bajo llave, cuyas placas bomberos y peritos policiales tuvieron que cortar para entrar, fueron hallados recién ayer los restos calcinados de dos personas. En ese lugar, se presume, se encontraban Jovi y Jorge Luis.

“Yo trabajaba allí también. Nos encerraban todo el día, salíamos para ir a almorzar o para la hora de salida. Ingresábamos entre 7 y 8 de la mañana, hasta que oscurecía. Nos pagaban entre 20 a 25 soles por día (6 a 7 dólares)”, contó a Latina TV uno de sus compañeros, que prefirió el anonimato. Como no había baño, orinaban en botellas de plástico.

“Mi hijo me había contado que trabajaba encerrado...”, corroboró Bertha Villalobos, la madre de Jorge Luis.

Los dueños del local donde Jovi y Jorge Luis trabajaban aún no son ubicados. El Ministerio Público ha iniciado una investigación ante un probable delito de trata de personas por explotación laboral.

Según han contado amigos y familiares de los dos jóvenes desaparecidos, su trabajo consistía en borrar la marca de un tubo fluorescente de baja calidad para pintar el de otra marca de alta gama para que sus patrones los pudieran vender a mayor precio.

En medio de la emergencia, uno de ellos sacó su brazo desde una de las rendijas del contenedor. La escena fue captada por varias televisoras. Los bomberos intentaron llegar a ellos, pero el edificio ya ardía entero.

Desde su teléfono inteligente, Jovi envió un video del interior del contenedor donde se ve el humo que ingresa al recinto y se escucha a alguien toser. Se registran ruidos que parecen ser patadas a la puerta cerrada.

“Por favor, cuiden a mi hija, no la dejen. Que mi mamita no llore”, fue lo último que dijo Jovi a su familia por teléfono, cuatro horas después que se inició el incendio. Luego perdieron contacto con él.

“Lo que necesitamos aquí es mucha más acción judicial porque ellos (los comerciantes) no tenían derecho de estar aquí (...), han tomado a trabajadores y los han encerrado, lo que es criminal”, dijo el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski.

De acuerdo con cálculos oficiales en 2016, el 73,2 % del empleo en el Perú es informal, lo que no garantiza que se respeten sus derechos laborales.

El siniestro desató una ola de fiscalización para hallar lo evidente; almacenes y centros comerciales tugurizados con productos inflamables, en predios con escasas medidas de seguridad. En el caso de la galería Nicolini, esta había sido clausurada por el municipio, pero seguía funcionando. Vendía hasta $ 400.000 al día.

“Esta tragedia refleja una terrible realidad, nos aproxima a formas modernas de esclavitud como el trabajo forzoso que afecta a millones de personas en el mundo”, precisó la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un comunicado.

El detalle

Cálculo. Según cifras de 2014 de la OIT, el trabajo forzoso afecta a 21 millones de personas en el mundo, de las cuales 19 millones son explotadas en la economía privada.