Testigo de Jehova

“Si piensas que discutir con un testigo de Jehová es difícil, te invito a dialogar con un seguidor de Correa”. Si desean comprobar cuán cierta es esta aseveración invito a leer un artículo en Ecuador Inmediato titulado La razón de la sinrazón ¿es? ¡La privatización!

Siguiendo el consejo, no voy a tratar de refutar loas al correato que leí en el artículo. Sí quiero destacar que el pensamiento de este intelectual es el que prima en casi toda la élite capitalina: papá Estado, que da empleos familiares, becas, cargos en el exterior, viajes, vehículos y hasta canales de riego y vías de acceso a haciendas, es la gran maravilla. Todo intento de aumentar su poder es alabado y todo intento de adelgazarlo para que no explote a la gran mayoría de ecuatorianos que no lucramos de él, es estigmatizado.

De allí la acerba crítica a lo que el columnista cree ser el último afán de Moreno: la privatización de lo que él llama “las joyas de la corona”: IESS y recursos naturales, y además Tame, energía, telecomunicaciones, carreteras, etc. Remata aseverando que “toda privatización es corrupta y todo privatizador es corruptor, sin excepción, Pero si hay una excepción esa solo confirma la regla: ¡Toda privatización es corrupción, toda!”.

En Guayaquil felizmente la mayoría pensamos muy diferente: preferimos lo privado al Estado. La corrupción se da en ambos, pero mucho menos en el sector privado. El Estado es de todos y de nadie, como el mar o el medioambiente, por ello no hay un “dueño” preocupado del mismo y de allí su deterioro y gran corrupción. En el sector privado los propietarios, los accionistas de las empresas, están pendientes de que no se produzcan desviaciones que afecten a sus utilidades. Corrupción en el Estado se ha dado recientemente en gobiernos de izquierda, como Ecuador y Brasil, o de derecha, como en Colombia y Perú. El problema no es la ideología, el problema es el Estado, “el ogro filantrópico” que siempre es un pésimo administrador, presa de, funcionarios de paso y aprovechadores, a los que es muy difícil controlar. Mantener al “Estado empresario” es aupar corrupción.