La tercera derrota de Nebot

Van casi 2 décadas en que Jaime Nebot, el más prominente líder de la derecha ecuatoriana, ha esquivado candidatizarse para presidente, o aceptar que quiere. Y mucho. Tanto lo ha negado y se ha hecho de rogar que puede lograr lo imposible: ser derrotado por tercera vez. Sea o no candidato.

En 1992 lo venció un coideario bonachón con pinta de jubilado, Sixto Durán-Ballén. En 1996 perdió de nuevo, ante un adversario en apariencia más ganable: Abdalá Bucaram, al que la derecha creía más cerca de un psiquiátrico que de Carondelet. Se equivocó.

Desde entonces, Nebot teme tanto perder que ha liquidado el principal capital de un aspirante: su autenticidad. Calculador al máximo, lleva lustros midiendo la oportunidad ideal para lanzarse. Y ese es el problema: quiere ser presidente, pero se resiste a ser candidato. Y un candidato se lanza. Arriesga. Él no: mide en exceso sus pasos o acomoda su discurso, como lo hizo con el aborto.

Nebot se contorsiona, pero pierde su esencia y sus virtudes. Debería recordar a su mentor, que supo defender su ADN: “soy un hombre rico, sí, pero porque he producido mucho más de lo que he consumido, señor”, decía León Febres-Cordero.

Haciendo piruetas para contentar a todos, poco logrará el eterno no-candidato. Y peor si comete errores graves, que muestran su parte más vulnerable: la prepotencia, esa seña particular de los socialcristianos. Su “que se queden en el páramo”, si bien fue en relación con los vándalos del paro y no con los indígenas en general, igual le pasará factura. Que la pagará con votos. Y no es que los haya perdido con los indios: con ellos ya estaba derrotado. Pero en otros sectores, como la clase media formalita de la Sierra, ese exabrupto resultará imperdonable.

Nebot va camino a su tercera gran derrota: si no es candidato perderá porque es su última chance y, además, porque le habrá hecho dilapidar un tiempo vital a la tendencia. Y si se decide a serlo, que sus partidarios -como los 15 mil que llenaron tres cuadras en la marcha del 9 de Octubre- vayan comprando ‘kleenex’: el candidato chimbador de la derecha puede ser él y no Guillermo Lasso.