Ceremonia. La tribuna aplaude de pie al ex comandante general de la Marina, vicealmirante Ángel Sarzosa. Los ministros Ricardo Patiño y César Navas permanecieron sentados.

Un tenso relevo de mando

El reflejo de una pugna. Es evidente que la relación entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas no atraviesa su mejor momento. La ceremonia de relevo de mando del comandante general de Marina fue un cruce de gestos directos e indirectos de rechaz

El reflejo de una pugna. Es evidente que la relación entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas no atraviesa su mejor momento. La ceremonia de relevo de mando del comandante general de Marina fue un cruce de gestos directos e indirectos de rechazo de uno al otro y viceversa. Las reformas a la ley de seguridad social de las Fuerzas Armadas, el caso del Issfa, tensaron el acto.

Aguardó de pie en medio del patio cuando llegó la despedida individual. Fue llamada una delegación de los almirantes, oficiales, tripulantes y funcionarios públicos a despedir al ahora excomandante. La fila superó las 100 personas, algo poco usual. Hubo media hora de abrazos y estrechones de manos bajo el intenso sol que ya, a las 10:00, caía en el sur de la ciudad.

Varios militares retirados esperaron al final de la fila para dar un sentido abrazo al vicealmirante que cruza la orilla, luego de cuarenta años de servicio, al lado de ellos, de los pasivos. El momento arrancó los aplausos de los oficiales y familiares.

El siguiente turno fue de Patiño. Empezó resaltando la inversión gubernamental en las Fuerzas Armadas, aunque sin dar cifras. Siguió recordando que los tiempos han cambiado y que esto también debe incluir a los militares. “No pueden mantenerse al margen de las transformaciones. En nuestras Fuerzas Armadas no hay espacio para el egoísmo individualista”. Unos cuantos aplausos irrumpieron del ala derecha de la tribuna. El resto no aplaudió. Y a ese ritmo prosiguió.

Sarzosa no habló. Redactó un discurso de despedida como dicta la tradición. Comentó, al final, que el ministro ordenó el cambio del programa. “Pregúntenle al ministro por qué lo cambió. Yo no lo hice”, replicó.

Atravesó el patio por última vez con una leve sonrisa. Recibió unos últimos abrazos al paso antes de abordar su carro y dejar el lugar.