Temor y rabia se mezclan en la frontera por el muro

Temor y rabia se mezclan en la frontera por el muro

Una idea loca, racista, inviable: en la transitada frontera entre EE. UU. y México es difícil encontrar a alguien que esté de acuerdo con la construcción del muro ordenada por Donald Trump.

Una idea loca, racista, inviable: en la transitada frontera entre EE. UU. y México es difícil encontrar a alguien que esté de acuerdo con la construcción del muro ordenada por Donald Trump.

Sin una semana aún en el poder, Trump anunció su política para reforzar los controles migratorios, que incluye la deportación de indocumentados con antecedentes criminales.

En el mayor cruce fronterizo terrestre del planeta, que conecta la estadounidense San Ysidro con la ciudad mexicana de Tijuana, el sentimiento es de miedo, frustración y rabia por el anuncio.

Aquí ya existe una división física. Dos cercas gigantescas con alambrado de púas, que se terminaron de construir en la primera década de 2000.

“Lo del muro se me hace una tontada porque si ya está todo lo que hay, ¿para qué quiere más?”, se preguntó Esperanza Preciado, una chica de 19 años, mientras cruzaba a pie de EE. UU. a México con su bebé en brazos para llevársela al padre. Ella trabaja en las casas de cambio de San Ysidro y está legal, pero teme por familiares que no tienen papeles.

Cientos de personas cruzan de un país a otro por dos puentes peatonales, mientras una fila inmensa de autos se concentra en la zona de control fronterizo. Por aquí transitan más de 65 millones de personas cada año, cruzando de Tijuana a San Ysidro y viceversa.

Del lado estadounidense se oye más español que inglés tanto en la calle como en los comercios. Hasta los agentes fronterizos hablan español en las cantinas mientras disfrutan de un taco y una horchata.

Sentada en la salida del moderno edificio del puente oeste, Marci Ponce lee el diario Frontera que compró en Tijuana.

“Iniciarán el muro en meses”, se lee en la portada.

“¡Está loco!”, dice esta mujer de 42 años, que volvía de visitar a su madre en México.

El muro costará entre 12.000 y 15.000 millones de dólares, según el republicano Paul Ryan, líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. Trump aseguró que México lo pagará en su totalidad, a través de un impuesto del 20 % a las importaciones del vecino país.

Casi un tercio de la frontera (1.050 km de los 3.200 de extensión) ya tiene algún tipo de valla, cerca, muro o alambrado de púas. Al final de la valla del lado mexicano se erige Nido de las Águilas, comunidad de casas de lámina cuyos habitantes se preguntan si el muro terminará incluso por desterrarlos de su pobre vecindario.

“¿Y si se les antoja poner el muro de este lado? Todos tenemos miedo del muro (...), no sabemos hasta dónde va a llegar”, comenta Francisco González, de 52 años.

Trump y el presidente mexicano Enrique Peña Nieto retomaron ayer el diálogo, en un intento de aplacar la tensión bilateral por el muro. Está por verse si sirve la hora de plática telefónica que mantuvieron, 24 horas después de que Peña Nieto cancelara su visita a Washington del próximo martes.

México dijo haber arrancado un compromiso mínimo (que la Casa Blanca no confirmó): no volver a discutir en público sobre quién pagará el muro.

Trump se reunió ayer en la Casa Blanca con la primera ministra británica Theresa May. “El brexit será una maravilla para tu país”, le dijo, en una rueda de prensa conjunta.

“Tendrán vuestra propia identidad y a las personas que quieran en vuestro país, y podrán hacer tratados comerciales sin tener a nadie que los esté controlando”, vaticinó sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea.