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Heredero. Ángel Andrade es el tercero de una estirpe dedicada a la talabartería.Jaime Marín / Expreso

La talabartería es una artesanía emblemática

El trabajo en cuero y en pieles aún tiene a sus exponentes en Cuenca

Son utilitarios elaborados en cuero y pieles de animales, a mano y con la técnica de los antepasados. Ángel Andrade, artesano cuencano que por cuarta generación mantiene vivo el oficio de su bisabuelo. El hombre, de unos 48 años, sobre un armazón de madera, colocaba la suela previamente remojada en agua para ir cubriendo el madero con el cuero y formar una montura para caballo.

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Con punzones, cuchillos pequeños, pero bien filudos. Varillas con puntas redondeadas y un martillo, así Andrade va repujando la suela para darle un acabado artístico con detalles nacidos de su inspiración.

Es una montura, también conocida como silla de caballo, solicitada por un cliente para un corcel de paseo que tiene en la hacienda, señala Andrade.

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Presencia. Mercedes Santos es una de las pocas mujeres en esta actividad.Jaime Marín / Expreso

Por este trabajo adujo el talabartero que cobraría unos 600 dólares. Es uno de los cinco talabarteros que quedan de los más de 30, que hasta los años 1967 hubo en Cuenca y que mantiene su taller en las calles Presidente Córdova y Tarqui, en los alrededores de uno de los barrios más tradicionales de la capital azuaya.

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Es un oficio muy antiguo y bello, actividad artesanal donde se moldea el cuero para dar forma a cinturones, zamarros, monturas y otros artículos, que lamentablemente con la intervención de la tecnología se va perdiendo, cuenta Andrade en medio de la nostalgia, pero con la decisión de no dejarlo morir.

Igual sentimiento de no dejar morir el arte manual tiene Mercedes Santos, de 76 años, una de las pocas talabarteras mujeres de Cuenca y del país. Heredó sus conocimientos gracias a su padre y con ese aprendizaje elabora finos llaveros, cinturones y carteras.

Conoce el oficio a cabalidad y la técnica precisa, selecciona el material al que coloca aceite de linaza para que se haga suave y tenga la flexibilidad necesaria para moldearlo. Para dar forma al cuero utiliza lima, cuchillo, martillo y, sobre todo, sus manos, que adquirieron la experiencia y el legado de su familia.

Por su lado, Washington Cárdenas Zea, de 55 años, y con 41 de estos en el arte de elaborar y hacer talabartería, cuenta que con este oficio ha logrado que su primer hijo se gradúe de biólogo, el segundo de odontólogo y el tercero estudia Medicina.

Aprendió el oficio a sus 15 años de edad, de la mano de su bisabuelo. Explica que el primer paso para el proceso, es la obtención de pieles (cuero) en las curtiembres en Ambato.

Con la materia prima se bosqueja en papel cada una de las partes según los artículos a hacerse. Son moldes que se los coloca sobre la pieza de cuero y que sirve para el corte preciso de las partes que luego son cosidas con creatividad y habilidad.

Cuando el artículo está formado, se complementa con decorados, como apliques, hebillas, cierres, argollas y otros elementos que les dan elegancia a los productos. Los acabados consisten en aplicar una laca de brillo o barniz al cuero.

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Andrade, Cantos y Cárdenas se han convertido en artesanos talabarteros emblemáticos de Cuenca, sus obras han alcanzado la categoría de joyas muy preciadas, no solo por los materiales utilizados, sino también por su ancestralidad manual para el elaborado de los utilitarios.