Se sentía mal y llamó a su hermana para que lo vaya a auxiliar. Pero cuando la señora llegó a la casa de su pariente se encontró con una desagradable sorpresa.

Miguel Ángel Izquieta Marín, de 68 años, estaba tirado en el portal del edificio donde residía hace dos años y presentaba un impacto de bala en su cabeza. A su lado, una pistola y debajo de él, una nota en la que explicaba las razones de su fatal decisión.

Según los vecinos, Izquieta era un hombre tranquilo. Vivía solo en un departamento ubicado en el primer piso del condominio Buenaventura, en la ciudadela Kennedy Norte y hace cinco meses había regresado de Estados Unidos.

Su hija, de aproximadamente 17 años, está internada en una clínica de ese país y permanece en estado de coma desde julio de este año. Aparentemente ella sufría de constantes ataques de epilepsia y aún no había podido recuperarse.

Hasta el sitio llegaron agentes de la Policía y el fiscal Neil Dueñas, quien realizó el levantamiento del cadáver.

“Existe una carta exculpatoria en la cual él manifiesta que no culpen a nadie, que todo es producto de la depresión por la enfermedad de su hija y por no poder hacer nada. Por referencias de la hermana, sabemos que ayer (lunes) lo ha llevado por emergencia a un control ya que presentaba problemas con su marcapasos. Hoy (ayer) la llamó cerca de las 08:00 indicándole que se sentía mal y que lo venga a ver”, precisó el fiscal.

En el interior del domicilio, Criminalística halló varias fotos de la hija de Miguel, otra alimentadora para la pistola y cartuchos de nueve milímetros. Además, el fiscal especificó que presumen que el arma que utilizó es de su propiedad, pues el occiso presenta tres antecedentes penales por porte ilegal de armas en el 2009 y 2010.

Moradores del sector mencionaron que Miguel ya había puesto a la venta su departamento y también su camioneta negra. Asumen que lo hacía para solventar los gastos médicos de su hija. CBS