Sufre Rascael
Hubo focos de sedición muy bien organizados, atacando pozos petroleros, hidroeléctricas y órganos como la Contraloría. Comportamiento propio de narcoterroristas como Escobar, quien hizo algo similar en 1985 en Bogotá. El país ha perdido el 7 % de su producción petrolera y el sector turístico 40 millones. El Centro Histórico de Cuenca fue destruido. El vandalismo y el saqueo fueron la tónica de nuestra vida diaria. Las madres sentían pánico de enviar los niños al colegio. Los terroristas usaron drones para ubicar los puntos de seguridad. A diferencia del 30 S, en que un payaso se fue a meter a un cuartel policial a sostener que es preferible estar muerto antes que perder la vida y recibió una espontánea respuesta a su estupidez (lo que destruye su infantil teoría del golpe de Estado), esta si fue una verdadera intentona golpista orquestada en Venezuela y Cuba. Si hubiera sido necesario resumir la situación en una palabra, esta es “planificación”. Sabemos que Rascael se desplazó a esos dos países y -con nombres y apellidos- quiénes lo visitaron. Los mismos que el roedor belga envió para que luego -descaradamente- actuaran como sus voceros en los medios a vista y paciencia de todos. La figura penal para encarcelarlos por subversión existe en el art. 349 del COIP y tiene una pena de 5 a 7 años de prisión. Como ciudadanos, lo único que demandamos es verlos en la cárcel. Y si Rascael se aparece por aquí, cana contigo también. No habiendo logrado romper su idilio de 12 años con el micrófono frente a la boca, es mayor aun su obsesiva fijación con Lenín. Lo que no le perdona es que haya sido más listo que él y le haya visto la ‘careco’. Sufre Rascael...
Por cierto, el exalcalde de Guayaquil acaba de demostrar una vez más su inmenso poder de convocatoria, no igualado por nadie en el país, lo cual debería servir a los aspirantes a chimbadores para ver que no tienen la más remota posibilidad. Fragmentar la votación ante el individuo a cuya inagotable ambición no le importa destruir el país, carece de lógica: ese es su juego. Pero como borregos iremos una vez más al matadero.