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Un sueno que cubre a mas de 600.000 beneficiarios

Hace 100 años murió la beata Dolores Sopeña, creadora de la fundación que lleva su nombre. Su legado favorece anualmente a 3.000 guayaquileños.

Gastronomía. Esta es una de las dieciséis carreras que se imparten a las mujeres que estudian en la fundación.

El intenso sonido que provoca estar ubicado en una de las calles más traficadas de la ciudad no los desconcentra de sus clases. Allí, en la fundación Oscus, reciben capacitaciones alrededor de 3.000 personas anualmente, distribuidas en 16 carreras como belleza, corte y confección, gastronomía, refrigeración, electricidad, entre otras.

Eran las 15:00 y las varias religiosas que colaboran en esta fundación se mezclaban con las estudiantes que al centro llegan. Allí, estas mujeres provenientes de varios países como Colombia y España y que no usan hábito que las identifique, continúan con un legado social, inspirado en la beata Dolores Sopeña, la fundadora que en este año cumple el centenario de su muerte.

La fundación que lleva su nombre llegó en 1934 a Ecuador con la misión de capacitar y contribuir a la dignificación de las personas de escasos recursos. Una meta que se propuso Sopeña, tras observar la explotación y maltrato del que eran víctimas los trabajadores durante la revolución industrial, explica Amadis Durán, una de las directoras del centro.

Aunque más de 150 años han pasado de aquella época, la labor de trabajar para educar a los que no pueden costearse este derecho, sigue vigente. Hasta ahora las autoridades estipulan que su iniciativa ha beneficiado a 600.000 personas.

María Molineros es una de las beneficiarias. Estudia corte y confección e ingresó tras perder su trabajo. “Yo me metí para aprender, poner un taller en mi casa porque es difícil encontrar empleo. Pero también aquí uno se siente bien porque hay mucha paz”, explica.

A más de las clases también se brinda charlas espirituales y visita de médicos para consultas gratuitas en el área de medicina general, ginecología y planificación familiar.

Marí Carmen Castaño, otra de las directoras del centro de capacitación, explica que aunque la fundación es dirigida por religiosas, en el lugar se acoge a personas de toda creencia. Incluso, esa es una de las razones por las que no usan hábito. “Queremos que se sientan queridos, amados, atendidos y que son personas. Nuestro deber es respetarlos, acogerlos, amarlos y servirlos”, menciona esta española que desde hace diez años es parte de la sede Guayaquil de esta fundación.

Los más de 50 maestros que imparten clases, más que trabajadores son colaboradores, puesto que solo reciben un proporcional por su labor. La profesora Rosario Paredes es una de ellas. Para la docente, esta labor es tan importante como su trabajo y explica que acepta trabajar si tiene los permisos para brindar sus clases. “No gano dinero, pero tengo cariño, respeto y consideración. Aquí aprendí a ser servicial y ayudar. Soy como una madre soltera, quien me acepta, lo hace con Oscus”, bromea esta docente que enseña en la fundación desde hace 15 años.

Para saber

La fundación realizará dos eventos para conmemorar el centenario de la partida de su fundadora.

5 de noviembre

El primero de ellos será un homenaje a la beata. Se desarrollará en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro, a partir de las 16:00.

9 de noviembre

Lo secundará una eucaristía solemne en la iglesia San Francisco, ubicada en la calle Pedro Carbo y avenida 9 de Octubre, a las 17:00.