Labor. Un ayudante de la empresa Codemet muestra la claridad del agua después de ser tratada en la planta.

Soluciones para tratar las aguas residuales

El problema está en la mesa: De 164 urbanizaciones de La Puntilla, seis utilizan pozos sépticos aún, un sistema que consiste en cavar una fosa en cada hogar para los residuos fecales de las familias.

El problema está en la mesa: De 164 urbanizaciones de La Puntilla, seis utilizan pozos sépticos aún, un sistema que consiste en cavar una fosa en cada hogar para los residuos fecales de las familias.

La noticia que publicó este Diario la semana pasada acerca del tema, llama la atención porque ese sector está considerado como uno de los más elegantes de la Gran Guayaquil. Viven allí familias adineradas, en mansiones que llegan a costar hasta un millón de dólares.

Dicho esto, es inevitable traer a la palestra pública dos preguntas de cajón: ¿Qué impide que el sistema de alcantarillado llegue a estas zonas? y, por supuesto, ¿qué opciones tienen los habitantes ante esta condición de infraestructura?

La respuesta de la primera interrogante la contestó Amagua en un reportaje anterior: Logística, falta de espacio, resistencia de los moradores y financiamiento.

Cuando ocurre en los ochenta y noventa el ‘boom de los desarrollos urbanísticos’, los inversionistas, de acuerdo con la tecnología de la época, implantaron “lo que tenían a la mano” para solucionar los problemas de saneamiento: pozos sépticos; pero hay problemas.

“Se recomienda esta herramienta para cuando tengo desde mil metros libres alrededor de la vivienda, porque la naturaleza absorbería la carga; pero si estos están seguidos, se satura el terreno y el agua buscará un desfogue a como dé lugar”.

Habla para EXPRESO el magíster en Tecnologías Sanitarias y Ambientales, José Carlos Peré, vicepresidente de Codemet, una compañía que ha diseñado al menos 80 plantas de tratamiento de aguas residuales en la Gran Guayaquil, incluidas las de algunas urbanizaciones de Samborondón.

Si de verdad existe voluntad política para abastecer de alcantarillado las áreas pendientes, autoridades y empresarios tienen varias opciones que este experto desglosa hoy a manera de cátedra.

Las plantas de tratamiento aneróbicas son las primeras de su lista. Almacenan aguas residuales y la someten a una desintoxicación a través de bacterias que eliminan del líquido las sustancias dañinas.

Las aeróbicas, que inducen aire forzado en grandes piscinas a las que llegan los desechos humanos, para limpiar las aguas, son las más usadas en el mundo a pesar de demandar mucho consumo eléctrico.

Una de estas plantas está al aire libre en medio de varias urbanizaciones de una famosa zona de Samborondón, dice Peré. No hay olores alrededor. De hecho, parte del agua tratada allí es utilizada para regar las plantas. Está construida para servir a 8.000 personas.

Hay otros, avanzados, como el MBR, que utiliza un sistema de filtración automática. Este necesita ser monitoreado permanentemente y, por ser sofisticado, tiene los costos más elevados del mercado.

No hay límites para poder poner una planta de tratamiento. Pueden ser tan pequeñas como para una casa y tan grandes como para una ciudad. Lo que deben hacer las urbanizaciones que aún no tienen el servicio es coordinar con el Cabildo, pero, sobre todo, decidir qué terreno destinarán para ese fin.

Mientras más personas se beneficien, más barata será la planta, explica. “Para servir a 50.000 habitantes, el costo es de $ 35 por persona; para 1.000, saldría a $ 180 por persona”. Si lo analizan, pueden incluir este valor en la planilla de algún servicio básico, sugiere.