Solca

La malquerencia de los kikuyos hacia Guayaquil se origina ante la imposibilidad de digerir que en esta ciudad pueda funcionar un organismo de connotación nacional.

Recordemos que atrás del Instituto Nacional de Higiene y Medicina Tropical Dr. Leopoldo Izquieta Pérez, estuvieron por lustros el trío Lotama del MSP y sus adláteres. El INH se liquidó y sus más grandes conquistas en salud desaparecieron.

El insaciable apetito de los que sabemos, pretende devorar el control de la cancerología y solo un ignorante no se daría cuenta de que el proyecto intenta asumir la planificación, administración y control de todas las actividades oncológicas en el país, mediante la creación de un Sistema de Lucha Contra el Cáncer, por lo cual esta ley es políticamente destructiva e innecesaria. En efecto, existen diversas normativas del MSP y de los prestadores de salud oncológica que definen con claridad y eficiencia los procedimientos organizacionales, incluyendo los protocolos de los tratamientos médicos para el manejo de esta patología.

Lo de “iniciativa ciudadana” es falso de falsedad absoluta; la votación en un referéndum local sería unánime a favor de Solca, ante la multitudinaria gratitud de todos cuantos han sido beneficiarios con sus servicios. Este proyecto es perverso y atentatorio contra tan importante como querida institución.

De aprobarse este proyecto político de marras, se crearía una nueva normativa que desarticularía la estructura del Sistema Nacional de Salud, conformado por el MSP y los prestadores de salud públicos y privados.

El Consejo Nacional de Lucha contra el Cáncer sería el máximo organismo rector de la Ley de Lucha Contra el Cáncer, siendo altamente burocrático al estar integrado por 16 miembros, pues por su número, se vuelve inoperante. Incorpora además, personas ajenas a la función salud y miembros de la sociedad civil, sin conocerse ni su procedencia ni la manera como se ejecutarían tales designaciones.

Este proyecto absurdo, antitécnico, retardatario y atentatorio contra la salud de los ecuatorianos, ¡no pasará!

Y sigo andando...