Escena. En todas las etapas los matorrales, algunas veces entreverados con basura, son parte del panorama.

Los solares vacios, la mancha de Villa Bonita

Un estado lamentable. Lo que pensaron sería utilizado para construir un parque, decenas de casas o micronegocios, se ha convertido en un dolor de cabeza que se irradia y agudiza en el sector. En el kilómetro 16,5 de la vía Daule en la ciudadela Villa Bonita, del plan habitacional municipal Mi Lote, la presencia de al menos una veintena de terrenos baldíos, en su mayoría con dueños, preocupa a las cerca de 2.000 familias que habitan en las seis de ocho etapas construidas en el lugar.

El monte crecido que en algunos casos limita con las veredas de las viviendas y el fácil acceso a las parcelas (incluso a las que tienen muros de protección) ha transformado los lotes en criaderos de mosquitos, moscas, ranas y serpientes; y en refugios -lamentan los vecinos- de delincuentes y adictos de afuera que los utilizan para, entre otras cosas, esconderse.

En Villa Bonita, donde pese a los robos registrados en los últimos dos años (30), no existe aún una Unidad de Vigilancia Comunitaria, a los residentes les apena la falta de interés que los dueños tienen por sus propiedades.

“Recién hoy (ayer) leí (en EXPRESO) que en otras partes de Guayaquil hasta prenden fuego a los terrenos para apropiarse de ellos. Más allá de ser ilícito, eso evidencia la necesidad que tienen las personas por tener un techo. Y aquí, que lo tienen, lo abandonan”. Poco les importa, sostiene Alexa Torres, de la II etapa, si en su terreno comercializan -como precisa que lo hacen- hasta drogas.

Para Rosa M., quien habita en el mismo sector y solicita a EXPRESO no publicar su nombre -al igual que otros tantos- por temor a las represalias (su vecina fue escopolaminada hace dos meses al interior de su hogar), estos solares, “que debieron construirse siquiera hace tres años”, no solo afean al barrio, sino que afectan la vida vecinal. “Ahora solo paso guardada en casa”, manifiesta.

Doña Rosa, como la llaman, ya no se sienta en la banqueta baja instalada en las afueras de su casa para dialogar o gastarle bromas a sus vecinos. La facha de quienes entran y salen de los matorrales o cuchichean tras las paredes o pilotes de una construcción a medio terminar -asegura- la tiene en alerta.

Para los habitantes, este panorama que empeora cada que “aparecen” fundas de basura y restos de cajas en los solares (lo que ha provocado que hasta los recicladores de zonas aledañas los visiten), se ha profundizado también por la falta de control municipal. “Aquí hay gente extraña que emplea los terrenos hasta para vender comida... Y que tras la venta, merodea el sector”, manifiestan.

Luisa Gavino, residente, asegura haberlos visto entrar a varias casas. Pero las pocas veces que los ha perseguido, siempre en la madrugada, ellos -tres muchachos de no más de 25 años- se han metido en la espesa vegetación...”. La mujer, que hasta hace ocho meses vivía en la cooperativa Florida Norte, se arrepiente de haberse cambiado de domicilio.

Si bien para Jhonny López, presidente de la VI etapa, hoy separada de la VII por un verdor de maleza, la inseguridad es uno de los temas que genera mayor inquietud, existe otro que debe ser tomado en cuenta, el de la salud. López teme que por la falta de cuidado de estas áreas las enfermedades tropicales, como el dengue y el zika, se intensifiquen en época invernal.

“No entiendo cómo siendo este un ‘paisaje’ que se repite en toda la ciudad, las autoridades no exijan con mayor rigor que se limpien los parajes”.

En el lugar los habitantes desconocen si a los propietarios se les está cobrando la multa por la falta de cuidado en los terrenos que están o no construidos, establecida en la reforma a la Ordenanza del Uso de Espacio y Vía Pública, en su art. 102. La sanción precisa que en Villa Bonita, por un predio de 0 a 150 m2 se paga $ 500.

EXPRESO solicitó al Municipio información sobre estos pagos. El rotativo quiso saber si se los cobra o cuándo fue la última vez que lo hizo, y las medidas que prevé tomar para frenar la problemática. Sin embargo hasta el cierre de esta edición, no recibimos respuesta.