‘La sangolquileña’. Fue uno de los espacios más visitados, ofreció hornado, fritada y papas con cuero.

Una sola y gran hueca

Por segundo año consecutivo Juan Carlos Roldós acudió con su familia a la feria gastronómica Raíces. Quiso probar nuevos sabores, descubrir nuevas sazones... Conocer esas “placenteras” huecas que esconde e identifican al país.

Por segundo año consecutivo Juan Carlos Roldós acudió con su familia a la feria gastronómica Raíces. Quiso probar nuevos sabores, descubrir nuevas sazones... Conocer esas “placenteras” huecas que esconde e identifican al país.

Llegó pasadas las 10:00, “la hora perfecta para comer”. No platos tradicionales, sino los más extravagantes. Los más exóticos que el lugar -levantado en un área de 10.500 metros cuadrados (m2)- le ofreció.

El majarisco, un plato hecho a base de verde majado con salsa picante de mariscos; la ‘guaguamama’, una especia de fritada marinada en vino blanco y elaborada con la placenta de la vaca, y un maito de tilapia, fueron los manjares que escogió.

“¡Qué rico se ve todo. Por eso amo Raíces!”, expresó. “Es mezcla de cultura, historia, placer, unión y sazón”.

A Roldós, al igual que el año pasado, lo acompañaron a la feria sus hijas, esposa, suegra y cuñadas. Pero a diferencia del 2015, también una pareja de amigos cubanos, quienes en cuestión de hora y media habían comido ya encebollado, bolón de chicharrón y encocado de pescado.

“Todo estuvo rico, lo podemos jurar, pero el encebollado..., el encebollado es bestial. ¡Qué cosa pa’ más rica!”, exclamaron los boricuas, “¡cuánto sabor!”.

La familia Solórzano León, que había llegado de Babahoyo para ser partícipe de la muestra culinaria -que se enmarca en los festejos de los 481 años de Fundación de Guayaquil- disfrutó de forma similar. Comió cangrejos, lisas asadas (traídas de El Morro), tigrillo, cebiche, maduro con queso, guatita...

Los guayaquileños, como dueños de casa y ‘cuchara brava’ que son, no se quedaron atrás. Probaron de todo: platillos dulces, salados, criollos y hasta ‘estrafalarios’.

Sabían que era domingo, que en su morada nadie cocinaba; que era un día de fiesta, una fecha para celebrar con un banquete inusual. Por ello -y sin chistar- hicieron fila en los 45 establecimientos levantados en este recinto (ubicado al interior del Centro de Convenciones de Guayaquil) que, en tan solo dos años y debido a su acogida, se duplicó en extensión.

El panorama -según muchos- festivo, divertido y más organizado que en ediciones pasadas, se mantuvo así todo el día. “Y es que aprovechando que es domingo y que mañana (hoy) no se trabaja”, recalcó Segundo Escandón, “la mayoría de familias aprovechamos para conocer un poco más de nuestros orígenes culinarios y, al mismo tiempo, practicar el mejor de nuestros deportes: comer”.

Raíces 2016, que cuenta con el aval del Municipio de Guayaquil y tiene como fin convertir a la ciudad en un destino gastronómico promoviendo la cocina local, cierra hoy sus puertas con la elección al mejor stand de comida y mejor plato.

Por segundo año consecutivo, Juan Carlos Roldós acudió con su familia a la feria gastronómica Raíces. Quiso probar nuevos sabores, descubrir nuevas sazones... Conocer esas “placenteras” huecas que esconde e identifican al país.

Llegó pasadas las 10:00, “la hora perfecta para comer”. No platos tradicionales, sino los más extravagantes. Los más exóticos que el lugar -levantado en un área de 10.500 metros cuadrados- le ofreció.

El majarisco, un plato hecho a base de verde majado con salsa picante de mariscos; la ‘guaguamama’, una especie de fritada marinada en vino blanco y elaborada con la placenta de la vaca, y un maito de tilapia, fueron los manjares -apenas 3 de los 5- que escogió.

“Un tanto extraños, sí; pero muy ricos”, precisó, “una mezcla de cultura, historia, placer y sazón. Un resumen de lo que es Raíces”, acotó.

A Roldós, al igual que el año pasado, lo acompañaron a la feria sus hijas, esposa, suegra y cuñadas. Pero a diferencia del 2015, también una pareja de amigos cubanos, quienes en cuestión de hora y media habían comido ya encocado de camarón, bolón de chicharrón y un humeante encebollado, que como era de esperarse, los llenó de energía y cautivó.

“Todo estuvo rico, lo podemos jurar, pero el encebollado... el encebollado es bestial. ¡Qué cosa pa’ más rica!”, exclamaron los boricuas, “¡cuántos colores, cuánto sabor!”.

Unos metros más adelante y haciendo caso omiso a la multitud, la familia Solórzano León, que había llegado de Babahoyo para ser partícipe de la muestra culinaria -que se enmarca en los festejos de los 481 años de Fundación de Guayaquil- disfrutó de forma similar. Comió cangrejos, lisas asadas (traídas de El Morro), tigrillo, cebiche, maduro con queso, guatita...

Los guayaquileños, como dueños de casa y ‘cuchara brava’ que son, no se quedaron atrás. Probaron de todo: platillos dulces, salados, criollos y hasta ‘estrafalarios’.

Sabían que era domingo, que en su morada nadie cocinaba; que era un día de fiesta, una fecha para celebrar con un banquete ancestral. Por ello las largas filas en los 45 establecimientos levantados en este recinto (ubicado al interior del Centro de Convenciones) que, en tan solo dos años y debido a su acogida, se duplicó en extensión, tampoco importaron.

La gente solo quiso comer. “Y es que aprovechando que mañana (hoy) no se trabaja”, concluyó Segundo Escandón, “la mayoría de familias aprovechamos para conocer un poco más de nuestros orígenes a través de lo que mejor sabemos hacer: devorar”.

Raíces, que cuenta con el aval del Municipio de Guayaquil y tiene como fin convertir a la ciudad en un destino gastronómico promoviendo la cocina local, acogió a 58.000 personas en el 2014 y 65.000 en el 2015. Este año se prevé que esa cifra se aproxime a las 75.000.

¿Se cumplirán las expectativas? Aún no se sabe. Hoy por la noche -una vez clausurada la muestra- el Municipio de Guayaquil, según informó, lo dará a conocer.