Sociedades violentas

Preocupa el crecimiento permanente de las manifestaciones de violencia. La sociedad, como un conjunto, debería reaccionar expresando su repudio.

Es cotidiana la información sobre hechos violentos en los noticieros internacionales. Nunca falta, ocurrido en zonas que no están en guerra, un atentado causado por alguien que sin razones conocidas o por motivos político-religiosos agrede a sus compañeros de universidad o a los pacíficos transeúntes de grandes o pequeñas urbes. El número de víctimas y lo imprevisto del acto determinan que su publicación se vuelva obligatoria y así la noticia cobra ámbito planetario.

Por supuesto, el baño de violencia y muerte que proporcionan las áreas del mundo que están en prolongados conflictos, como Siria, llama menos la atención, salvo que la barbarie implícita en las agresiones a civiles, genere una fugaz indignación. Igual sucede con las manifestaciones donde los descontentos con un determinado régimen expresan su protesta y de pronto, son reprimidos a balazos por las denominadas fuerzas del orden. Si sumamos los fallecimientos ocasionados por desastres naturales, la muerte cubre un amplio porcentaje de la información que día a día se recibe. Siendo hechos en sí mismos lamentables, la vertiginosidad de su comunicación ha hecho de la violencia un contexto cotidiano, con marcada tendencia a seguir creciendo. Tocará a los especialistas, a nivel internacional, buscar las causas de que así ocurra, además de las acciones posibles para disminuir su incidencia que, al parecer, resulta inevitable.

Entre nosotros son también crecientes los asesinatos con modalidad de sicariato. Ecuador está altamente infiltrado por el narcotráfico y eso hace frecuentes los “ajustes de cuentas”. Asimismo, los accidentes de tránsito tienen una alta cuota en el preocupante crecimiento de los índices de mortalidad y otras manifestaciones de irrespeto a la vida.

Es lamentable que el fenómeno haya llegado hasta las aulas de clases, donde los niños están expuestos a las perversiones sexuales de algunos de sus maestros y al acoso, que llega a límites brutales, de sus propios compañeros, lo cual ya ha provocado varios suicidios de estudiantes o incluso ha sido causa indirecta del fallecimiento de otros. ¿Qué está pasando con nuestros niños que su comportamiento se ha vuelto abusivo? ¿Están bien orientadas las campañas contra el “bullying”?