Una joven participa en una manifestación contra el Gobierno venezolano.

El silencio oficial sobre Venezuela

Desde Canadá hasta Chile, pasando por Guayana, todos los países de la región han hecho pública su postura ante la revitalizada represión en Venezuela. Todos, excepto Ecuador.

Desde Canadá hasta Chile, pasando por Guayana, todos los países de la región han hecho pública su postura ante la revitalizada represión en Venezuela. Todos, excepto Ecuador.

La crisis venezolana, expresada en las calles con mareas humanas durante 24 días ininterrumpidos (más en la página 24), cuenta ya con 23 personas asesinadas durante las protestas que, básicamente, exigen la celebración anticipada, la creación de un canal humanitario y la liberación de los 138 presos políticos.

La magnitud de las manifestaciones, calculadas en más de 6 millones de venezolanos durante la ‘Madre de todas las marchas’, que tuvo lugar la semana anterior, en la que murieron tres personas, impide a las democracias occidentales mantenerse al margen de la crisis.

El silencio de Ecuador, instantáneo generador de comunicados de Cancillería cuando de un aliado se trata, es un símbolo decidor. En diplomacia vale tanto lo que se dice como lo que se calla. Y ni el Gobierno nacional, cuya portavocía diplomática recae en el ministro de Exteriores Guillaume Long, ni la Asamblea Nacional han hecho un esfuerzo por sumarse a la inercia occidental.

Hay quienes creen que eso puede cambiar en mayo, con el relevo legislativo.

“No es digno de una democracia mantenerse al margen”, dijo Guillermo Celi, legislador electo por la alianza CREO-SUMA. “Lo que sucede es terrible en todos los niveles. Y el hecho de que la Cancillería ecuatoriana no se pronuncie sorprende”, asegura Celi, cabeza de lista de su organización, quien promete llevar el tema a la Asamblea próxima, ante la negativa de la saliente: “Instaremos al Gobierno a respaldar al pueblo venezolano, no a su gobierno”.

La socialcristiana Cristina Reyes, más tajante, degrada la postura nacional a calidad de “vergüenza internacional” y la califica de un respaldo “insensible con la crisis humanitaria que se vive en Venezuela”. Como cabeza de lista del PSC, Reyes considera que la nueva configuración puede ayudar a presionar por romper “el silencio cómplice del Gobierno ecuatoriano” pero considera que ese cambio debe venir de la mano de la postura pública del presidente electo Lenín Moreno, “si él no decide acabar con un compadrazgo ideológico que recoja el sentir de los ecuatorianos para condenar las violaciones a los derechos humanos, poco puede cambiar”.

Tiene razón. El presidente de la República es el encargado de definir la política exterior del país. Pero la Asamblea Nacional, que el oficialismo seguirá controlando con la mitad más uno, tiene en sus límites de acción los exhortos al gobernante de turno.

Saber si la mayoría de Alianza PAIS está dispuesta a asumir la sintonía es difícil. Los legisladores electos por el partido de Gobierno, consultados por EXPRESO, prefieren esperar hasta el 14 de mayo para pronunciarse, respondieron.

¿Por qué importa la postura?

Los expertos en relaciones internacionales como el catedrático Carlos Estarellas, quien ha documentado durante décadas la política exterior del Ecuador, dan valor a los comunicados de una nación.

“No se trata solo de palabras impresas, sino de la postura de un pueblo, recogida por su Gobierno”, explica.

La fijación de posturas es el primer paso para delimitar las líneas rojas de acción en las que un Gobierno puede moverse ante los ojos de la comunidad internacional.

En este caso, por ejemplo, los comunicados de la OEA, luego de la represión que dejó 16 muertos en 48 horas en Venezuela, han permitido que las manifestaciones de los últimos tres días se ejecuten sin mayores denuncias de violaciones a los derechos humanos.

Un comunicado es una postura, pero también es un aviso.