Siguen haciendo de las suyas

Luego de insultarnos 10 años, a “Carlitos” le tiemblan las piernas ante la idea de ir a prisión. Debió pensarlo antes de montar la estructura de corrupción institucionalizada que nos legó. De ahí que lo indispensable en este momento sea establecer si hemos logrado superarla, o aún algunos siguen haciendo de las suyas. Por eso hay que averiguar... ¿qué está pasando con los seguros? Si el Gobierno usa como caballo de batalla de su estrategia política la “cariñosa mirada” al sector privado, no puede seguir manteniendo el monopolio de seguros Sucre, porque viola groseramente el art. 335 de la Constitución, según el cual “el Estado... establecerá los mecanismos de sanción para evitar cualquier práctica de monopolio... o de abuso de posición de dominio en el mercado y otras prácticas de competencia desleal”. ¿Evitar los monopolios? ¡Pero si esto no se cumple ni de broma!

Hay que establecer los mecanismo de sanción. ¿Pero a quién? Paciencia... Ahí va. A los que siguen haciéndolo. Los profesores de Derecho enseñamos que las competencias nacen de la ley y no de las “órdenes” de un funcionario. Pero resulta que -a pesar de que el art. 10 de la Ley Orgánica de Contratación Pública, el art. 74 del Código Monetario, y el órgano competente (el Sercop)- disponen taxativamente que los seguros del sector público deben ser contratados mediante concurso de ofertas, un alto funcionario ordena por escrito lo opuesto, sin ninguna competencia para hacerlo, sin argumento que justifique la orden, y -aquí lo extraño- luego de haber dispuesto anteriormente lo contrario, o sea, lo que manda la ley. ¿Por qué cambió de criterio? Piensa mal y acertarás. ¿Seguimos en el viejo y corrupto país, en la hacienda de “Carlitos” el “valiente”? ¿Siguen haciendo de las suyas y solo nos distraen de lo esencial, que es el manejo del billete? Bueno, la pelota está en su cancha estimado Lenín. Yo sí confío en usted. Esperemos que de ahora en adelante los seguros se adjudiquen como manda la ley y no unos vivos herederos del correísmo. Y que -como ordena la Constitución- se apliquen las sanciones de rigor.