Una de las escenas de ‘Milagros del cielo’

El sermon de Eugenio Derbez

Derbez, que recientemente desveló su estrella en el paseo de la fama de Los Ángeles, eligió comenzar su aventura estadounidense de la mano de un pastor. Milagros del cielo está producida por Thomas Dexter Jakes, un popular evangélico de Dallas Texas qu

Luis Pablo Beauregard, El País

El primer Híjole, la columna de crítica de El Espectador, trató sobre Eugenio Derbez y su No se aceptan devoluciones. La comedia dirigida por este popular actor de televisión rompió la taquilla mexicana en 2013. Más de 15 millones de personas fueron a verla y la convirtieron en la película local que más ha recaudado en la historia con unos 34,7 millones de dólares. El éxito de la cursi comedia familiar motivó a Derbez a buscar nuevas fronteras qué conquistar. Como muchos mexicanos miró al norte y se fue a Hollywood, que antes había acogido a Cuarón, Del Toro e Iñárritu.

Derbez, que recientemente desveló su estrella en el paseo de la fama de Los Ángeles, eligió comenzar su aventura estadounidense de la mano de un pastor. Milagros del cielo está producida por Thomas Dexter Jakes, un popular evangélico de Dallas Texas que encabeza una congregación de 30.000 personas que acuden a él para escuchar sus sermones sobre el éxito y la prosperidad.

Es inexplicable que esta película de corte conservador y de derecha blanda sea la carta de presentación de Derbez en el inicio de su asalto a Hollywood. Es probable que las puertas del proyecto se las haya abierto la también mexicana Patricia Riggen, la directora, con la que había trabajado en 2007 en la comedia La misma luna junto a la ahora tan polémica Kate del Castillo.

La primera escena pone el tono de la cinta. Tres niñas de una familia blanca de clase media juegan en el jardín de su casa en Texas. La madre prepara té frío y el padre apila heno en la vasta finca. La menor de las rubias pregunta si el infierno está efectivamente, como le ha dicho una amiga, en California. La mamá la cuestiona si la ocurrencia vino de aquellos que le dijeron que Satán estaba en Disneylandia. Todos ríen, el padre se cambia de camisa y van felices a la iglesia.

La trama se complica, es un decir, cuando la hija intermedia, Anna, sufre de la nada una enfermedad que le paraliza el intestino impidiéndole procesar alimentos. Los padres buscan un doctor que pueda curarla. Derbez interpreta a un pediatra mexicano de la vida real, el gastroenterólogo Samuel Nurko. Su personaje es una especie de Patch Adams que cuando no hace bufonadas pone un rostro serio para explicar los peligros de la motilidad gastrointestinal.

Derbez ha contado en entrevistas que para preparar su personaje fue a conocer al verdadero Nurko. Quería saber si lo que contaba el libro escrito por la madre de la niña, Christy Beam (Jennifer Garner), era cierto. Si era verdad que la niña se había curado milagrosamente. “La palabra milagro no existe en la medicina”, le respondió el médico.

Pero el guion de Milagros del cielo hace caso omiso a esa afirmación. En esta película la ciencia es un obstáculo porque la fe todo lo puede. Los antagonistas son quienes no creen en Jesús. Solo en un Estados Unidos, donde la locura irracional de algunos ha orquestado una gigantesca campaña anti vacunas, es comprensible que en pantalla haya un médico de cuya boca salgan frases como “la familia es la mejor medicina”.

En momentos delicados para los latinos en Estados Unidos, el simpático Derbez se ha embarcado en un producto cinematográfico que podría estar dirigido a los votantes de Trump: apela a la fe en lugar de a la razón y donde quienes no piensan como uno es porque están equivocados. Milagros del cielo deja en la audiencia la impresión de haber asistido a una misa en lugar de a una experiencia cinematográfica.