Jornada. Los estudiantes del José Domingo de Santistevan sembraron palmeras en las instalaciones del GIR.

Un sembrado mixto de arboles y valores

Entusiasmados y ‘armados’ con palas, picos, palmeras y tierra de sembrado, cientos de estudiantes de bachillerato de diferentes colegios fiscales y particulares de la Zona 8 (Guayaquil, Samborondón y Durán) participaron el viernes pasado en una jornada

Entusiasmados y ‘armados’ con palas, picos, palmeras y tierra de sembrado, cientos de estudiantes de bachillerato de diferentes colegios fiscales y particulares de la Zona 8 (Guayaquil, Samborondón y Durán) participaron el viernes pasado en una jornada de siembra de árboles.

Los arbustos fueron plantados en los patios y áreas internas de los colegios, pero también en sitios extraños donde se requiere más vegetación.

Esta primera siembra de árboles está contemplada en el cronograma escolar 2016-2017 y tiene como finalidad crear valores, buenos hábitos y conciencia ambiental en los estudiantes.

Los alumnos de la Unidad Educativa José Domingo de Santistevan, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, escogieron las instalaciones del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), para sembrar las primeras 20 palmeras de un total de 187 que deberán plantar hasta noviembre próximo.

Tres expresos escolares trasladaron a los jóvenes desde Puerto Santa Ana, donde está ubicado el colegio, hasta el km 18 vía a la costa, donde se encuentra el GIR.

Junto a un grupo de profesores y delegados de la entidad uniformada, los estudiantes auscultaron el área donde se desarrollaría la siembra.

Los estudiantes ya estaban preparados sobre lo que debían hacer durante el proceso. Lo aprendieron del dueño de un vivero de la zona del cantón Milagro, provincia de Guayas, donde viajaron el jueves para adquirir las 20 palmeras a un costo de $ 6 cada una.

En forma ordenada y siguiendo las recomendaciones de los expertos en siembras, los escolares cogieron los picos para realizar los orificios donde ubicarían la planta.

El fuerte sol no mermó el entusiasmo de Rosemery Reyes, quien con una pala sacaba la tierra del hoyo que sus compañeros Felipe Araujo y Michael Vera habían elaborado.

Con la ayuda de una carreta trasladaron la palmera para colocarla en la cavidad.

Luego de mantener el árbol derecho, Rosemery y sus amigos comenzaron a llenar el hoyo con tierra de sembrado, compactándolo muy bien para que el árbol quede estable.

La alegría de los estudiantes se observaba en sus rostros sudados y algo quemados por el sol. A pesar de eso, su trabajo no desmayaba.

Finalmente cubrieron toda el área de alrededor del árbol con una capa de seis centímetros de hojas secas y buscaron una manguera para efectuar la primera rociada de agua.

La misma tarea efectuaron los otros grupos que seguían con detenimiento los pasos ejecutados por sus compañeros.

“Tarea cumplida”, gritaron los estudiantes, haciendo un gesto de triunfo con sus brazos, al término de la tarea.

Rosemery calificó de interesante esta jornada, en la que había aprendido a sembrar árboles, a desarrollar amor por el medioambiente y a compartir entre amigos.

Patrick Cabrera indicó que sembrar un árbol no debe ser una obligación para los jóvenes, “sino un compromiso que debemos asumir con mucha responsabilidad”.