
El saxofon y el violin seducen en las calles
Las esquinas y los malecones de Guayaquil son los escenarios de Luis Bonoso y José Núñez.
Es mediodía en Guayaquil y a pocos metros del monumento a Bolívar y San Martín se escucha el sonido de un saxofón. Como si se tratara de un imán, apenas Luis Bonoso empieza a tocar ‘On my way (A mi manera)’, los visitantes al Malecón Simón Bolívar se acercan y se quedan allí a escucharlo interpretar una de las piezas más famosas de la historia de la música. El sol quema, pero nada opaca el momento.
Bonoso lleva dos horas allí y aquel parece ser su punto más alto de su presentación. Tiene 30 años y desde hace siete es un músico de la calle, cuenta con más de un vídeo en Twitter de los que algún espectador ha grabado y subido con su celular (algunos de los que ni él mismo sabe que existen). Es de los modernos, cuenta con un canal de Youtube y en las redes sociales se lo conoce como Ludwig Jax.
Con su saxofón ha vivido del arte. Su talento lo ha paseado por el centro de Guayaquil, por Urdesa, por los exteriores de la Universidad de Guayaquil, por la Alborada... Pero ahora ya es un músico de los malecones. Unos días está en el Simón Bolívar y otros en el del Salado. Desde finales de junio pasado, tiene permiso para hacerlo, como algunos otros artistas con los que se ha encontrado en su camino del arte musical.
Allí gana lo que los espectadores quieren darle. Días buenos y días regulares. Pero ese es su sustento, con un repertorio variado, con música nacional e internacional.
Aprendió a tocar el saxofón en una academia de las Asambleas de Dios y por estos días cumple su sueño de estudiar Artes Musicales en la Universidad de las Artes.
Dice que en ese caminar por las calles con su inseparable instrumento de viento, un parlante, un pedestal y una silla, ha tenido momentos tan conmovedores, como cuando algunos indigentes al escucharlo sacaron unas monedas para colaborar con su arte.
En ese transitar, ha coincidido incontables ocasiones con José Núñez, un artista peruano que viaja por temporadas a Guayaquil a tocar violín. Por estos días está en la ciudad y recorre puntos estratégicos de la avenida 9 de Octubre.
Sabe que tiene acogida, más aún cuando toca pasillos como El Aguacate. Es un tema que desata nostalgias. La gente se acerca a cantarlo y algunos hasta lloran.
Estudió cuatro años en un conservatorio de música de su país y lo dejó para ser parte de una orquesta sinfónica que comenzaba a gestarse en su natal Piura.
Tiene 37 años, proviene de una familia de músicos y lleva más de 20 tocando el instrumento. Recorre Perú o llega a Ecuador, ya sea a Cuenca o a Guayaquil, para ganar algo de dinero. Debe escoger bien las horas y los lugares donde se ubicará. Necesita acústica.
Luis y José no son los únicos, pero a ellos se los ve en la calle con frecuencia. Otros llegan de paso. Muchos son viajeros que se paran en alguna esquina para conseguir dinero que les permita seguir su camino. Lo común es ver a gente tocando instrumentos folclóricos o encontrarse con guitarristas.
De allí, de sus pasos por la ciudad, les han surgido oportunidades. A veces los han contratado para un cumpleaños o para alguna empresa. Sueñan con llegar un día a ser uno de esos músicos que salieron de las calles y se volvieron famosos. Así como le pasó a Riley Ben King (B.B.), quien estuvo recurrentemente en un sector de Beale, en Memphis (EE.UU.) y luego se convirtió en ‘El Rey del Blues’. Ellos aspiran a eso, que la suerte los encuentre en una esquina o en un malecón.