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Saqueos de Estado con el camaron

El sector acuícola reclama a las autoridades más sensibilidad y recursos ante el arrebato de atracos a la estrella de la exportación. El fructífero crustáceo es tentador.

Saqueos de Estado con el camarón

Año tras año, el camarón araña unos millones de dólares más para desvanecer la ventaja que le separan del banano como primer producto de exportación de Ecuador. El año pasado, de hecho, fue el primero en que el marisco superó a la fruta, dejando en las arcas nacionales 3.035 millones de dólares, tres millones más que el banano. Por eso, el sector apremia para que los asaltos cada vez más recurrentes a los negocios acuícolas sean abordados desde una perspectiva de Estado.

Hay que incrementar la seguridad en las rutas, piden, pero sobre todo, hay que sensibilizarse con que la inseguridad en la cadena de valor camaronera debe tratarse con políticas de largo plazo. Para el presidente de la Cámara de Acuacultura, José Antonio Camposano, es un buen gesto el anuncio de un nuevo retén de seguridad en la ruta de transporte desde las camaroneras (situadas en el Golfo de Guayaquil) hasta la ciudad. “Va en la dirección correcta, teniendo en cuenta que antes el espacio de diálogo con el exministro de Interior, César Navas, era nulo”, valora. Aún así, considera que un retén es insuficiente. Lo que hacen faltas son recursos y destinarlos de acuerdo con una estrategia.

EXPRESO acompañó a un equipo de seguridad de una camaronera, cuya identidad nunca fue revelada ni se permitió dar detalles de ubicación para reducir el riesgo, en la travesía que recorren las gabarras por el río Guayas para transportar el camarón de las piscinas al puerto o para llevar insumos de la ciudad -como el balanceado- hasta la empresa. Porque ahora, además de camarón, los asaltantes se llevan hasta su alimento.

Se aprovechan de que las barcazas se mueven muy lentamente y de que en la zona, la presencia de las autoridades de seguridad es insuficiente para cubrir el itinerario desde los manglares a la ciudad. Se han dispuesto rutas seguras en las que las embarcaciones navegan con custodia armada, pero lo que hace falta es resolver el problema de raíz y acabar con la impunidad. Porque los asaltos se dan en el agua, pero también en tierra, en las piscinas y en cada resquicio de la cadena de valor por la que puedan escaparse miles de dólares. En lo que va de año, van 300.000 dólares en pérdidas, siete heridos y dos muertos. En solo 9 asaltos.

Pérdidas cuantiosas en cada fase de la cadena de producción

Piscinas

“Se metieron en la piscina y empezaron a subir el camarón directamente a sus botes. Eran como 30 o 40 personas. Cuando salí a disuadirles, no paraban. Ni siquiera huyeron al dispararles con una ametralladora apuntada al agua”, describe uno de los jefes de seguridad de una camaronera el descaro de los delincuentes que pueden llevarse las 60.000 libras de camarón que produce una piscina en una sola noche. El responsable de seguridad no quiere que su nombre sea publicado para evitar ser despedido. La industria camaronera es recelosa con cualquier dato que sale a la luz, incluso, el nombre o lugar del negocio.

Transporte

Una gabarra cargada con la producción de una piscina, con destino al puerto de Guayaquil, puede demorar hasta seis horas en recorrer el mismo trayecto que una lancha hace en una hora. La embarcación avanza lentamente y atraviesa una zona crítica donde han proliferado los asaltos en el Golfo de Guayaquil. Los cuerpos de seguridad reconocen ese tramo como uno de los más arriesgados. Los ladrones se mueven en pequeñas embarcaciones, tipo canoa, que se mueven más rápido que la gabarra. Acuden 8 o 10, rodean la embarcación y empiezan a cargar sus botes ante la impotencia de los trabajadores que se ven desbordados.

Empacadoras

El presidente de la Cámara de Acuacultura, José Antonio Camposano, asegura que se dan robos en el transporte fluvial, pero también en el terrestre y que, incluso, hay infiltrados dentro de las empresas que informan cuándo salen los camiones para el asalto. Algunos de los vehículos han sufrido robos con el GPS apagado. El negocio es tan lucrativo que, compara Camposano, con un solo golpe se saca más que asaltando un banco. Los jefes de seguridad de las camaroneras sospechan que los asaltantes deben tener aliados en las poblaciones linderas al río para poner el producto en hielo y llevarlo poco a poco a los mercados.