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Sanidad renqueante

La próxima semana está prevista la llegada a las costas de Esmeraldas del buque hospital USNS Comfort para atender las necesidades de salud de los habitantes de la zona. Una iniciativa digna de aplauso, pero que deja en una cuestionable posición la situación de la sanidad pública en una región que vive un olvido sistemático. Habría que comenzar por recordar que la Constitución establece al Estado como garante del derecho a la salud de los ecuatorianos. El barco humanitario es prueba de que no se cumple a cabalidad esta obligación. El complejo médico flotante tratará situaciones de medicina preventiva, pediatría, odontología, optometría, fisioterapia y dermatología, además de un centenar de cirugías programadas con antelación.

Es evidente que en los últimos años se han hecho esfuerzos para mejorar el sistema de salud nacional. Se construyeron hospitales, se incrementó la inversión, se contrataron más profesionales y se han hecho esfuerzos para universalizar la atención. Insuficiente, de momento, para llegar a toda la población en espacio y tiempo. Los ecuatorianos todavía miran con recelo a la sanidad pública. Hay razones: déficit en camas hospitalarias y en la cantidad de profesionales por número de habitantes. Además, hospitales abarrotados y lenta atención en emergencias y en consultas externas. Las esperas para conseguir citas son demasiado largas y la dispensación de medicinas, escasa y con políticas de ahorro que generan poca confianza. Con la paradoja de que se han dejado caducar en las bodegas de algunos hospitales ingentes cantidades de medicamentos mientras los enfermos claman por su reparto. El informe borrador de Contraloría publicado por EXPRESO donde se denuncia que en las bodegas del Teodoro Maldonado Carbo se pasaron de fecha útil fármacos por valor de más de un millón de dólares es desalentador sobre la gestión. Un diagnóstico somero radiografía más carencias que aquejan al sistema. Los médicos tienen un tiempo mínimo de atención por paciente, lo que impide conocer, detectar e investigar en profundidad cada caso, aparte de que no se les da el debido seguimiento a los casos.

Más allá de mensajes triunfalistas cada vez que se inaugura una instalación sanitaria es necesario tomar medidas y derribar completamente las barreras económicas y geográficas para completar la atención universal y con los mínimos de calidad. De esa forma no necesitaremos que lleguen barcos humanitarios.