Aliento. Los hinchas de Independiente del Valle llenaron parte de las graderías del estadio General Rumiñahui para alentar a la distancia a sus ídolos.

Sangolqui, de fiesta por el primer cetro de Independiente

En medio de una fuerte lluvia, los hinchas del Independiente del Valle siguieron la final de la Sudamericana y celebraron el título.

El estadio General Rumiñahui fue el punto de encuentro de los hinchas del Independiente del Valle para observar la final de la Copa Sudamericana ante el Colón de Santa Fe argentino.

A partir del mediodía empezaron a llegar al escenario ubicado en Sangolquí, donde los rayados juegan como locales. Con paraguas, plásticos y chompas, familias enteras coparon la tribuna principal del estadio. Los más entusiastas fueron unos jóvenes que, luciendo camisetas del Independiente, coreaban cánticos en aliento a los negriazules. Una gran bandera que portaban, la que también les ayudó a protegerse de la lluvia, llamaba la atención y era fotografiada por quienes ingresaban a la tribuna. El optimismo era evidente en el escenario. Los asistentes estaban confiados en que el equipo ecuatoriano conquistaría su primer título.

Cristian Pellerano fue el más nombrado por los hinchas, que valoraban la experiencia del volante argentino y su liderazgo con los jóvenes como Alan Franco y Jhon Jairo Sánchez. También resaltaban la entrega del zaguero Fernando León, único integrante del plantel que también disputó la final de la Copa Libertadores en 2016, cuando los del Valle cayeron ante el Atlético Nacional de Colombia.

Dos grandes pantallas, ubicadas por Directv en la parte central de la cancha, emitieron el acto inicial y el juego. La primera ovación se dio al ver a los rayados calentar en el campo de La Nueva Olla de Asunción (Paraguay). La presentación del grupo ecuatoriano La Vagancia desató aplausos, al igual que la salida de los equipos al campo de juego.

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El inicio del cotejo hizo que aumente la tensión, que se transformó en algarabía con el tanto de León, tras un cabezazo a los 25 minutos. Los abrazos en las gradas y los bailes en la cancha, pese a la fuerte lluvia, evidenciaban la felicidad por la conquista que acercaba al Independiente a la corona.

La suspensión del juego, por el aguacero que caía en Asunción, enfrió los ánimos y los asistentes buscaron los puestos de alimentos hasta que se realice el anuncio oficial. El escuchar que el cotejo se reanudaría hizo que poco a poco regresen a los graderíos pese al intenso frío, mientras comentaban de qué manera los rayados debían enfrentar el juego con la ventaja en el marcador.

Cuando el balón volvió a rodar, los cánticos se retomaron y los sustos también, por los ataques de Colón. Las buenas intervenciones del arquero Jorge Pinos fueron resaltadas y la fiesta explotó con el segundo gol. La carrera de Sánchez fue seguida con emoción y su anotación, celebrada hasta con lágrimas. El segundo tiempo se vivió con la tranquilidad de las dos anotaciones de ventaja, hasta que se decretó el penal para Colón. La molestia por la determinación del árbitro cambió con la atajada de Pinos. Los minutos finales se disfrutaron con la ola, la luz de los celulares en las gradas, acompañada por banderas y bufandas con los colores azul y negro. Ni el descuento de Jorge Ortega provocó que los ánimos decaigan, y la locura llegó con el tercer tanto rayado, de Cristian Dájome.

El pitazo final del brasileño Raphael Claus hizo que los presentes en el estadio Rumiñahui se abracen y festejen hasta con lágrimas por el primer título, y qué mejor que hacerlo con una corona internacional como la Copa Sudamericana.

Tras salir del estadio los hinchas se dirigieron a la plaza central, lugar donde tradicionalmente el Independiente festeja sus logros desde que militaba en el fútbol amateur.