San Valentin laico

La Iglesia católica se ha ido modernizando, entre el laicismo y la secularización, como para que la gente se olvide del oprobioso pasado en que la Inquisición asesinó por incineración a miles de cristianos que consideraba herejes y a tantos judíos (adelantándose al nazismo hitleriano) a los que, por culpa de San Pablo, los acusaban de ser los asesinos de Cristo, que, paradójicamente, es el más famoso de los judíos, y también a las campañas de los Cruzados, que cometieron terribles genocidios, como la extinción de los cátaros y la toma de Jerusalén. De esta forma decidió acabar con ciertos mitos que, aunque inofensivos, le quitaban al catolicismo las bases, contrarias a la leyenda en que dice asentarse la institución religiosa regida desde el Vaticano.

De esta forma, hace pocos años dio por clausurado el limbo, que era el lugar donde iban los niños que no habían sido bautizados y que no podían ver a Dios por no estar en el cielo. Y en el año de 1969 se decidió sacar del calendario litúrgico tradicional a Valentín, a pesar de la antigua costumbre cristiana que lo considera patrono de los enamorados y que lo hace presidir el Día del Amor y la Amistad, que se celebra cada 14 de febrero. Poco antes se había dado también una purga en los altares para hacer desaparecer a otros santos, como por ejemplo San Jorge (aunque se dejó como optativo el celebrar su festividad), que derrotó a otro animal mítico, como lo es el dragón, tan celebrado sobre todo por los chinos, que ahora son nuestros grandes acreedores.

Sin embargo, al igual que el navideño Santa Claus, el mundo católico y hasta ateo celebra a San Valentín y se incorpora a la fiesta donde el corazón debería ser el verdadero símbolo representativo, que sirve para unir más a los enamorados, novios, cónyuges y amantes, así como también a los amigos del alma.

Y es que la imaginación humana tiene también derecho a vivir del mito o la leyenda y de ciertos dioses y santos inofensivos que logran el milagro de la felicidad colectiva, como sucede, por ejemplo, con Momo, que preside los carnavales, y además (esto es ya invento de los griegos) a Neptuno o a las sirenas, que nos invitan a gozar las delicias de los balnearios, junto al mar, que une y separa, en nuestras vacaciones.

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