Como salvar a Brasil

La crisis política de Brasil parece estar entrando en fase definitoria. La cámara baja del Congreso Nacional ya votó a favor del juicio político a la presidenta Dilma Rousseff por infracción de la normativa fiscal y los 81 miembros del Senado decidirán en los próximos días si la lleva a juicio. Bastan 42 votos para suspenderla por hasta 180 días, durante los cuales el vicepresidente Michel Temer asumiría la presidencia. Si en ese período el Senado no llega a un veredicto inculpatorio por dos tercios de los votos, Rousseff retomará el cargo. Pero lo más probable parece ser que Temer cumpla los dos últimos años del mandato de Rousseff. Pase lo que pase después, la situación económica de Brasil es complicada, producto de las políticas populistas iniciadas por Lula da Silva y continuadas por Dilma. A inicios de siglo, con las arcas bien provistas por el auge de los “commodities”, el Gobierno de Lula comenzó una política de distribuir créditos subsidiados a consumidores y empresas, mantener los precios de la energía artificialmente bajos y aumentar el gasto público a un ritmo dos veces superior a la tasa de crecimiento del PIB. El resultado: enorme aumento de la deuda pública (70 % del PIB), y del déficit (casi 11 % del PIB). Pero en vez de reconocer el problema y modificar políticas, Dilma presuntamente recurrió a triquiñuelas contables para hacer ver que su Gobierno había alcanzado la meta de superávit primario sin recortar las transferencias sociales. Así ganó la reelección en 2014, mas hoy no la ayuda el enorme escándalo de corrupción en torno de Petrobras. Brasil enfrenta la peor recesión económica en 80 años; el desempleo se mantiene en casi 10 %, la inflación anual supera el 10 % y los niveles de vida se derrumbaron. Los brasileños pagan en impuestos el 37 % del PIB cada año (más o menos como los europeos) con una calidad de servicios públicos muy mala. Si Temer asume la presidencia, tendrá que actuar rápido para sanear la economía, recrear la confianza empresarial y recuperar la fe ciudadana en el Gobierno. Para ello debe acelerar la inversión en infraestructura (el modo más rápido de revivir la economía y generar empleo) y atraer urgentemente capital extranjero. Para eso debe mejorar la transparencia, simplificar normas y regulaciones, garantizar la finalización de los proyectos mediante fianzas de cumplimiento y abolir los topes a la rentabilidad de las inversiones. También deber reformar el mercado laboral, aprobando una enmienda constitucional que garantice el derecho de los trabajadores a firmar contratos privados con los empleadores, lo cual sacaría a muchos del sector informal. Además, debe encarar la reforma de las pensiones, concentrándose en el sector público, y reinsertar a Brasil en la economía global, con nuevo impulso al crecimiento de la productividad, aumentando las exportaciones, abriendo su economía a la competencia internacional y forjando nuevos tratados de comercio bilaterales y regionales.

Project Syndicate