Robo y droga, los delitos que implican a menores
María Cevallos trabaja desde hace cinco años en el centro de Guayaquil, en uno de los edificios de la calle 10 de Agosto entre Boyacá y Chimborazo. Durante el tiempo en que ha laborado en ese lugar ha sido víctima de la delincuencia por cuatro ocasiones. Se le han llevado la cartera, el celular, dos relojes y hasta dinero en efectivo cuando ha decidido salir a almorzar sin ningún otro objeto de valor.
Como ella, a algunos de sus conocidos les ha sucedido lo mismo y en distintas calles del centro de la ciudad, pero ninguno ha podido hacer nada por la rapidez con que se cometen estos delitos. “Hay tanta gente caminando que a veces no te das cuenta sino cuando ya te han quitado las cosas. La mayoría son chicos que corren muy rápido”, explica María.
A este testimonio se suman estadísticas y percepciones de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen). Según el mayor Álex De Mora, jefe de la zona 8, el robo a personas bajo la modalidad del arranche es el delito más común en menores de entre 12 y 17 años en el Puerto Principal (ver gráfico).
“Los adolescentes son bastante utilizados para este tipo de delitos. Las bandas a ellos los reclutan porque siempre las sanciones para los adolescentes son más leves”, afirma el jefe policial.
Además, confirma que el centro es el sector donde más delitos de este tipo se cometen, por la aglomeración de personas a todas horas.
Seguido del robo, otra de las infracciones que más cometen los niños y adolescentes es el tráfico ilícito de sustancias sujetas a fiscalización.
En el distrito Nueva Prosperina, que congrega a los sectores de Monte Sinaí, Nuevo Guayaquil, Flor de Bastión, Nueva Prosperina, Fortín y Paraíso de la Flor, ubicados en el noroeste de Guayaquil, 15 de los 40 adolescentes infractores registrados en 2016 fueron aislados por tenencia de drogas.
El jefe de la Dinapen comenta que en esta modalidad es donde los menores de 12 años son más utilizados. “Cuando hablamos de drogas, (los adultos) les dan a niños de 8 a 10 años, les ponen los paquetes y las sustancias en los bolsillos para que salgan porque a ellos no se los puede detener”.
De Mora explica que para controlar la situación, la policía realiza constantes reuniones con los padres de familia, “con el objetivo de orientarlos en el mayor cuidado de sus vástagos y que los tengan a buen recaudo”.