Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Revisionismo indigena

El país le debe a la Conaie hacer evidente la diversidad étnica y multicultural de un país que se pensaba, creía y autodefinía como blanco-mestizo. Es su aporte, obra, sus movilizaciones y luchas. Desde 1992 al 2015, luego de 23 años, su intervención en la acción sociopolítica ha sido de gran importancia. Y en algunos momentos, determinantes (especialmente en las caídas presidenciales de Mahuad, Bucaram y Gutiérrez).

Sin embargo, detrás de estos logros hay un laberinto que ellos levantaron: su dogmatismo etnocéntrico, que desde ayer hasta hoy les impide tender puentes con la sociedad plural y diversa que redescubrieron. Pero además de este, otro fundamentalismo los ha definido y caracterizado: creerse la fuerza y el sector político único y determinante de todas las propuestas y cambios para los nuevos tiempos del Ecuador. De ahí su izquierdismo dogmático y excluyente.

Esto explica por qué en los resultados electorales la Conaie-Pachakutik, desde hace décadas, obtiene cifras inferiores al número de indígenas que registran los censos nacionales. Este entrampamiento se lo autofabrican constantemente. Es alimentado por mestizos que estimulan ese sesgo etnocéntrico, dogmático y sectario que le impide dialogar y concertar con el Ecuador diverso, económico, social, étnica y culturalmente.

Por eso se reiteran constantemente en una plataforma que no logran enriquecer con acciones unitarias, junto a otros sectores del país. De ahí que llama la atención que un dirigente indígena, como Marcelino Chumpi, actual prefecto de Morona Santiago, sea capaz de atreverse a romper esa política sectaria y excluyente, y de paso ir hacia la comprensión efectiva y pragmática de unidad en la diversidad.

Es bueno escuchar la entrevista en radio Tropicana (http://www.ivoox.com/marcelino-chumpi-audios-mp3_rf_10059024_1.html).

Por primera vez un dirigente indígena de la Conaie ve más allá de su ombligo y piensa el Ecuador como un proyecto de diversos que tiene ante sí un grande y único desafío: terminar con el totalitarismo y la concentración de poderes que vive el país.

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