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Retorno a la normalidad

Con motivo de la recién cumplida conmemoración de un nuevo aniversario de la fundación española de Guayaquil, un acto siempre solemne ha logrado adquirir un especial relieve.

Ello ocurre dado que en la ciudad, ni en la oportunidad arriba citada ni en razón de los festejos octubrinos, se había logrado contar en los últimos años con la presencia de las primeras autoridades de las funciones del Estado.

Por ello, el pasado 25 de julio adquirió caracteres de excepcionalidad cuando por invitación de su alcalde Jaime Nebot, a más de sus habituales asistentes, la urbe huancavilca logró en su celebración la concurrencia de un nutrido grupo de funcionarios públicos, encabezados por el presidente Lenín Moreno, tal cual otro de asambleístas presidido por José Serrano.

Evidentemente, un aire nuevo envolvió el ambiente siempre cálido de la Perla del Pacífico, refrescado por las brisas de la ría Guayas. Los pobladores que participaron en la sesión solemne comentaban de distinta manera pero con felicidad reflejada en sus esperanzados rostros que, ojalá, esta nueva actitud permita enfrentar con mejores resultados los problemas que aún los agobian.

Y para que la esperanza no se frustre, dos hechos son el producto de la armonización de las relaciones que permite que el trabajo realizado en común, rinda pronto óptimos frutos: la dotación de terrenos municipales para el plan de vivienda popular del Gobierno nacional, que permitirá construir 4.000 casas y la entrega a la Municipalidad de Guayaquil de la competencia para dragar el canal de acceso a los puertos de la ciudad.

En lo fundamental, más allá de los discursos propios de la ocasión, que reiterando la profundidad de la crisis que sufre el Ecuador ratificaron la necesidad imperativa de enfrentarla con más posibilidades de conjurarla con premura, a partir del esfuerzo compartido, la reiteración del diálogo como instrumento de acción política, buscando coincidir “sin vasallaje ni precio”, le abre nuevos y mejores horizontes a la pronta superación de las dificultades y ello contribuye positivamente al optimismo imprescindible para no desmayar en la tarea.

Si a ello se suma la revisión de la inconsulta legislación que todavía perturba la confianza de los sectores productivos, será también posible tener éxito en la generación de empleo.