Acto. El embajador, Todd Chapman, felicita a la hermana Pilar Guerrero, por el trabajo que realiza.

Un refugio contra la violencia

La solidaridad para migrantes que “escapan” de los abusos. Más de 300 mujeres han sido recibidas en la casa.

Los relatos son varios, pero todos llegan a un mismo punto, la violencia de género (violación, prostitución, abuso laboral) es el resultado. Esto es lo que sufren mujeres que han ‘escapado’ de sus países de origen y han encontrado en la Casa de Acogida para Mujeres de Nuestra Señora de la Paz en Quito, una boya de salvación.

La hermana Pilar Guerrero, religiosa y maestra inició en 2014 el funcionamiento de este refugio que brinda apoyo a mujeres migrantes que llegan al Ecuador. En estos tres años han pasado más de 300 personas provenientes de Haití, República Dominicana, Colombia, Perú, Venezuela, entre otros países.

La religiosa, quien tiene una licenciatura en Ciencias Religiosas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y es egresada de la Escuela de Psicología Transpersonal de la Universidad de Mendoza, Argentina, contó a EXPRESO las “penurias y vivencias” que le ha tocado enfrentar durante este tiempo. Mujeres violadas o que fueron parte de trata de personas, otras que a cambio de un trabajo se les obligaba a tener sexo, entre otros hechos “deleznables” por los que tuvieron que pasar.

“Todas las que han llegado han sufrido violencia de género, rescatadas de la trata de personas, migrantes para salir de la violencia de sus parejas, de sus convivientes, de sus cónyuges, o de las personas que estaban siendo explotadas laboralmente”, afirmó.

Sin embargo, la historia de ‘Sarita’, nombre protegido, es la que le ha marcado por la forma en que la extranjera fue abusada desde muy pequeña, incluso por los hombres que le ofrecieron “sacarla” de esa vida, y de cuyas relaciones tiene tres hijos.

“Cuando llegó no quería hablar, sufría de insomnio y solo lloraba, a los 15 días empezó a hablar. Estaba destrozada física y psicológicamente porque era una mujer que fue abusada sexualmente desde los cuatro años por su padrastro, a los ocho años de edad lo hicieron sus vecinos; a la edad de 10 años fue raptada y llevada a una casa de prostitución en donde sufrió más de 3.000 abusos”, relató la religiosa con una voz entrecortada.

Historias como estas se repiten a diario en el hogar, asegura Pilar. En el centro les ayudan a las mujeres, quienes pueden pasar un día y hasta dos años.

En el lugar a más de ayudar a las mujeres a legalizar su documentación, darles un tratamiento psicológico y ayudar a sus hijos a buscar escuelas, les dan talleres formativos para que aprendan actividades manuales. “Elaboran productos de limpieza, de higiene personal para su consumo y para que vendan y puedan defenderse por sí mismas cuando dejen la casa”, dijo.

Estos talleres se dan también a mujeres que no son parte del centro.

¿Qué le inspiró a llevar esta iniciativa? Ella asegura que fueros su padre y su madre quienes le inspiraron en el amor, en el servicio, en la solidaridad, quienes le enseñaron a sensibilizarse con el dolor de sus hermanos y de tener acciones concretas en favor de que se respeten sus derechos. “El amor a Dios me llevó a ver por los demás”, sentenció.

Labor reconocida internacionalmente

La embajada de los Estados Unidos en Quito ha seguido de cerca el trabajo que viene realizando la Casa de Acogida de Mujeres de Nuestra Señora de la Paz, a la cual donó 25.0000 dólares para mejorar la infraestructura y amplíe los espacios.

Además, reconoció la labor de la hermana Pilar Guerrero y la nominó para el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje, que entrega anualmente el Departamento de Estado.

El embajador Todd Chapman, indicó que este premio se ha entregado a 111 mujeres de 64 países, y es un reconocimiento al coraje y a la lucha que llevan adelante estas “mujeres guerreras”, en favor de quienes más lo necesitan.