La receta

En los gráficos económicos acerca del gasto público se destaca la trayectoria que en la economía del país tiene este rubro, un rubro tan importante, que si no se lo maneja con cuidado produce desbalances muy graves. Desde luego, esto ha sido y es materia de estudios y análisis de expertos que dan generosamente sus ideas para solucionar este problema que, según dice el abogado Nebot, constituye “un bajón” que si no se lo frena puede tener fatales consecuencias para nuestra débil economía. La solución, según los expertos, se reduce en una sola frase: “frenar el gasto público”. Y allí surgen las dificultades, unas debido a su naturaleza misma, otras por intereses adventicios que son los que se imponen.

En este asunto está resumido el buen o mal gobierno del país. Debe actuarse con prudencia porque el gasto púbico por sí mismo no es malo ni bueno: es una necesidad para que marche el Gobierno y, por ende, el país.

Ahora bien, en los últimos años “sobrevino” algo muy importante: la recuperación de los precios del petróleo “a niveles de $ 80, $ 90 y $ 100”, milagro todavía no se concreta entre nosotros, por lo que los expertos dicen que se precisa una “apertura de la inversión nacional y extranjera”, fórmula proclamada, pero casi nunca aplicada como es debido.

Acerca de esto, hay que meditar con responsabilidad, pues satanizar el gasto público apresuradamente, nos lleva a graves consecuencias. El gasto público es indispensable, pero debe realizárselo correctamente y respetando las reglas que para ellos existen en esa materia tan compleja que se llama economía política.

Debe haber un convencimiento claro de que el milagro de la recuperación de los precios del petróleo no puede repetirse diariamente; es un “milagro” que sobreviene en condiciones muy especiales y positivas. Pero hay que propiciarlo, a sabiendas de que no se va a producir mañana, sino a mediano plazo, en que hemos de debatirnos en las condiciones actuales.

Ahora el camino que se insinúa, siendo obvio, es casi intransitable, dada nuestra realidad, no solo económica sino política.