Actualidad

Las ratas rondan el ‘downtown’

El epicentro: El casco comercial es el punto más activo. En sus más de 45 km de vías públicas la circulan a cada hora de 1.000 a 1.500 vehículos.

La seguridad. La Policía Nacional ejecuta un control permanente en el centro.

La muchacha está acostumbrándose a la rutina de aquella esquina (Boyacá y Vélez). Hace tres meses abrió la tienda Willy Jhons (una joyería multimarca que tiene presencia en nueve países). Se llama Katherine Ponguillo y apenas se ha dado cuenta de lo que sucede del otro lado de su vitrina. “Todo es tranquilo. No nos han robado ni he visto nada malo allá afuera”.

Quien la escucha podría pensar que aquella quietud que se evidencia a simple vista en el casco comercial, un área de 290 hectáreas, es real. Sin embargo, esto podría ser considerado también un espejismo. Ni bien la joven Katherine terminaba su testimonio, cuando a escasos metros de su lugar de trabajo Carlos Murrieta, el dependiente de una empresa de entregas iba raudo tras un individuo que segundos antes le había arranchado un paquete en la esquina de Chimborazo y Vélez. Esto sucedió la tarde del pasado miércoles.

La descripción que dan los trabajadores y dueños de locales ayuda a determinar el perfil del delincuente como un ratero. La jerga delictiva lo describe como quien roba con habilidad y cautela cosas de poco valor. Aparecen por todos lados y tienen la pericia de mimetizarse. “Si no le arranchan algo a alguien, se van llevando cosas de los locales”, dice Rosa Betancour, dueña de una tienda en el número 602 de Clemente Ballén.

Galo Pérez, jefe del distrito 9 de Octubre, dice que el casco comercial, cultural y turístico representa una zona muy intensa. “Cada día a esta parte llega más de un millón de personas”. Muchos vienen a trabajar, otro tanto a realizar compras, trámites... “Esto lo hace un lugar muy apetecible para los delincuentes”, dice el uniformado.

Las estadísticas policiales determinan que entre el año pasado y este, los actos delictivos muestran una tendencia a la baja. El robo a personas es uno de los actos más comunes. Más de dos centenares de incidentes se denuncian cada ocho meses en esta parte de la urbe.

Sobre esto opina Josel Avilés, dueño de un negocio en el número 1012 de la av. Boyacá. Reconoce que en 10 años el perfil delictivo se transformó. “Antes los asaltos se hacían en moto y con armas. Los de ahora los cometen arranchadores de a pie”.

Similar punto de vista tiene Gloria Mazzini, quien atiende el local de Fortaleza Life Center, a pocos metros de ahí. “Lo que uno alcanza a oír es ‘síganlo, síganlo’. La última vez sucedió hace más de una semana”.

Similares testimonios se recogen en otras esquinas de ese cuadrante de 2,9 km2 que ocupa el casco comercial. Hay sitios más proclives que otros, como los alrededores del Mercado Central, la calle 6 de Marzo, pero también tramos de calles como Junín, Escobedo, Córdova...

Nelson Campoverde, dueño de hoteles tres estrellas en el casco turístico, dice que hay sectores sensibles. Dos de sus hoteles están en la calle Junín (Presidente Internacional y Presidente Boutique). “Es más preocupante cuando llega la noche. Es un área oscura”. Un panorama que se agudiza cuando los visitantes del centro se van al caer la noche porque baja también el número de policías.

Cerca de 150 policías recorren la zona -entre patrulleros, motorizados y uniformados de a pie-. Otros tantos policías metropolitanos tienen como competencia el control de los vendedores informales, actúan como elementos disuasivos y hasta se atreven a saltarse su andarivel para acudir en defensa de algún transeúnte. Hace poco, el alcalde Jaime Nebot condecoró a dos de sus miembros por un acto heroico en un sector del centro.

Sin embargo, las ratas aprovechan la mínima distracción del gato para terminar llevándose el queso. Es lo que está sucediendo en estos días en el ‘downtown’ guayaquileño.

El robo a personas muestra una tendencia a la baja

Galo Pérez Dávila es un policía galardonado por el Gobierno Nacional. Hace apenas un mes está a cargo del distrito 9 de Octubre, que agrupa siete circuitos. Dos de estos representan las joyas de la corona: 9 de Octubre y Victoria, un cuadrante de 290 hectáreas que nace en el cerro Santa Ana y termina del otro lado de las bahías, incluyendo el barrio Las Peñas, la zona rosa y el sector bancario.

“No es fácil mantener la seguridad en esta parte de la ciudad, pero hemos logrado que entre el 2016 y el 2017 los delitos disminuyan”, asegura el uniformado, para esto se apoya en cifras. Si el 2016, entre enero y agosto, se presentaron 585, en el mismo tiempo, el 2017, solo se reportaron 476.

“Es un trabajo de hormiga el que se debe ejecutar porque hay que estar pendientes de personas que llegan de otros sectores. Las cifras demuestran que hay resultados positivos”.