
En Quito, la protesta madruga
En la capital, pequeños grupos han promovido la quema de llantas, sobre todo en la noche, y el cierre de vías.
Las protestas en la calle suben de tono. Quito y Guayaquil mantienen vivos los reclamos en contra del Consejo Nacional Electoral (CNE). Decenas de ciudadanos respaldan el reconteo de votos pedido por el movimiento CREO.
En la capital, pequeños grupos han promovido la quema de llantas, sobre todo en la noche, y el cierre de vías. Otros mantienen su vigilia desde hace seis días en los exteriores del CNE. Ellos en su mayoría no participaron, por ejemplo, en el bloqueo del acceso a Quito por el túnel Guayasamín, en el norte. Llantas, ramas, palos y piedras sirvieron para esa acción impulsada por personas que cubrieron sus rostros.
Ellos gritaron consignas por la transparencia en los resultados electorales. El domingo, el candidato Guillermo Lasso denunció supuestas anomalías en el proceso. Juan Pablo Pozo, titular del CNE, ha negado esa posibilidad.
Y ayer los militantes de CREO optaron por desmarcarse de los actos violentos. El dirigente César Monge dijo en Twitter que la movilización siempre debe ser firme, pero pacífica. El legislador Diego Salgado escribió: “Rechazo la violencia. Desde nosotros no ha salido”.
Ayer quienes viven en Tumbaco, Cumbayá o Pifo solo pudieron entrar a Quito pasadas las 07:30. En la toma del túnel, no hubo roces ni enfrentamientos. Antes de la protesta, en la que participaron ciudadanos de Esmeraldas, Manabí, Imbabura y la Amazonía, la policía hizo tres advertencias.
“No queremos enfrentamientos entre hermanos”, se escuchó desde el vehículo antimotines que pidió despejar la calle. El jefe de los uniformados les concedió 10 minutos para que se retiren. El coronel Javier Buitrón fue más firme: les dijo que tenían dos minutos para habilitar la circulación. El general retirado del Ejército José Luis Castillo invocó su derecho a la resistencia.
El otro grupo, el que mantiene la vigilia, recibe ayuda. Los vecinos del CNE se han organizado para proveerles de alimentos. A las 05:30, Gloria Hinojoza, de 65 años, y el manabita Leonel Intriago repartieron 100 vasos de café. Viven cerca y acuden desde el domingo.
Jefferson Tapuy, un indígena quichua de Tena, fue uno de los beneficiados. En la noche para aguantar el frío recibió una cobija, una bufanda anaranjada y un abrigo plomo. “He venido acá a defender mi voto”, contó a EXPRESO. Este agricultor, de 22 años, es uno de los manifestantes que duermen en la vereda junto a la tarima desde la cual se emiten los discursos. Por la tarde y noche siguió la vigilia.