Paraje. El agua que brota de las montañas es saludable para aliviar el estrés.

Quillan, un paraje de ceremonias y sabiduria

Es un valle de Píllaro donde los comuneros impulsan el turismo.

Si de estar alejado del estrés rutinario se trata, en un ambiente natural y ecológico, la comunidad Quillán La Playa es el espacio perfecto.

Este sitio del cantón Píllaro, provincia de Tungurahua, encanta con su cascada, paisajes únicos y su deliciosa trucha.

El lugar es un valle que a más de ser apto para la producción de diversos productos, también es aprovechado por sus habitantes en el turismo comunitario. En el año 2000 la comunidad empezó a organizarse para dar a conocer a los visitantes los atractivos que ofrece esta zona tungurahuense.

El clima, el agua que brota de las vertientes y las montañas, y los animales nativos hacen que el sector goce de buena aceptación.

En el trayecto se encuentran árboles autóctonos y plantas medicinales, hasta llegar a la caída de agua, antiguamente un sitio muy visitado por los incas.

En aquel paraje, los indígenas realizaban sus ceremonias, en las que pedían energías y sabiduría para dirigir a sus pueblos, asegura José Segundo Punina, conocedor de la historia ancestral. “Aquí se bañaban Rumiñahui y Atahualpa para adquirir energías y seguir el camino a Quito. Pocos conocen esa parte de la historia convertida en leyenda”, explica Punina.

Píllaro es conocida como la tierra de Rumiñahui, pues según cuenta Punina, en los cerros habitó el guerrero. “Nuestros incas venían a estos campos para renovar el cuerpo y el espíritu. La naturaleza es la vida”, comenta el experto.

El plato estrella de este paradisiaco lugar es la trucha, preparada de la forma en que más guste al visitante. Incluso se promueve la pesca deportiva.

Los pobladores aprovechan las bondades de la naturaleza para promocionar sus emprendimientos, que principalmente comprenden actividades turísticas y gastronómicas.