Editorial | Compromiso con los empresarios

Si a algo tienen que comprometerse la clase política y el Gobierno es a despejar el camino para nuevas inversiones

Hay una parte de Ecuador que quiere ver un mejor país, más productivo, con más empleo y con mayor presencia en el mundo. Es lo que demuestra una clase industrial y exportadora (como los productores de nuestras mandarinas que ahora se venden en el exterior) que, pese a la inseguridad y escasa colaboración estatal, empuja desde sus trincheras la construcción de ese país que muchos anhelan. Las ganas de hacerlo ya constituyen un gran logro, en medio de una realidad en la que la clase política y el Gobierno poco ayudan al empresario y al emprendedor. En lugar de abrirle camino, colocan obstáculos; en lugar de crear un ambiente favorable, con seguridad jurídica y condiciones óptimas, se empeñan en debilitar y proyecta la peor imagen como nación al exterior. Si a algo tienen que comprometerse esa clase política y ese Gobierno es a despejar el camino para que nuevas inversiones, propias y extranjeras, se inyecten a la economía nacional. El empresariado está haciendo su parte y es necesario que sienta que ellos también hacen la suya. Los ciudadanos, a su vez, deben exigir planificaciones y decisiones coherentes a sus gobernantes a todo nivel. Caer en el conformismo solo sumirá al país en un estado comatoso más y más profundo, y salir de él será cada vez más difícil.