Dúo. Putin y Medvedev en agosto pasado, en el balneario ruso de Sochi.

Que es lo que quiere Putin

Rusia es el país más extenso del mundo, ocupa ocho husos horarios y la extensión de su territorio se debe en buena parte a los zares que la manejaron. Ellos se preocuparon de conquistar tierras, especialmente en Asia, para extender sus dominios. Esa es historia pasada, ahora, nos saltaremos buena parte de ese largo capítulo, para llegar a la época de Stalin quien, para imponer el comunismo y contra la voluntad de su compañero Lenin (conociéndolo, no lo quería como su sucesor), logró convertirse en el mayor asesino que recuerda la historia, al acabar con los agricultores que defendían sus tierras cuando anunció su nacionalización, creando los koljoses y soljoses, que fueron un fracaso.

Por otra parte, al lograr Stalin derrotar a Hitler se convirtió en un líder mundial y, en la reunión de Yalta, cuando ya se acababa la Segunda Guerra Mundial logró un ventajoso reparto de lo que se llamó Europa Oriental, dada la necedad de Churchill y la oposición de un agotado Roosevelt que quería entregar todo el poder político al nuevo organismo que se pensaba crear, y que se creó, poco tiempo después: Las Naciones Unidas.

El sistema soviético fracasó. Nada pudo hacer Gorbachov con su perestroika y glasnost. Ya era demasiado tarde y sin mayores víctimas que contar, desapareció la Unión Soviética, hasta convertirse ahora en un país capitalista más.

La presencia de Putin. Al aparecer Putin en el escenario político ruso, con la ventaja de poseer en sus manos los secretos que guardaba la KGB, institución que la presidió por buen tiempo, encontró la fórmula democrática para mantenerse en el poder. Cada cuatro años se convocan a elecciones: en las primeras se hace elegir presidente y luego en las siguientes elecciones, su candidato Medvedev es el presidente electo. El nuevo presidente lo designa primer ministro y así continúa el juego. Buen sistema para ser el nuevo zar de Rusia, tendencia a la que han estado acostumbrados los rusos, durante siglos. Pero, también, pese al fracaso de la Unión Soviética no pierden la costumbre de su tendencia imperialista. Luego de la disolución de la URSS, llegando Putin al poder, quiere que Rusia se recupere y vuelva a ser la gran potencia de siempre.

La caída de los precios del petróleo y del gas, la devaluación monetaria y los problemas económicos que enfrenta internamente, no la han detenido para intervenir activamente en Siria y busca participar en la serie de problemas que enfrenta Medio Oriente y reubicarse como potencia global recuperando el rango que había perdido desde el derrumbe de la URSS en 1991.

La nueva matriz productiva. Ahora que está de moda hablar sobre la matriz productiva, por los datos que citaremos, parece que busca recuperarse económicamente con una nueva fórmula: competir y superar en armas a la OTAN dando un enorme impulso a su producción de armas, las mismas que han sido exhibidas como vitrina en el desfile militar para celebrar la victoria contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Para probar su eficacia las utiliza para defender al régimen sirio. Problema universal de los fabricantes de armas: seguir produciendo cada vez más armas sofisticadas y utilizarlas en conflictos menores.

Buen negocio. Habiendo perdido la mitad de los ingresos por sus exportaciones de petróleo, Rusia se esfuerza en estimular sus ventas de armas al exterior, monopolio que lo tiene Estados Unidos. Para el año que acaba de pasar, la cartera de pedidos llega a los 48.000 millones de dólares. Esta cifra confirma la resurrección del complejo bélico que considera que ha alcanzado el potencial de la era soviética.

En la lista de armas se exhibieron baterías de misiles balísticos intercontinentales y un nuevo tanque considerado el más poderoso del mundo. Todas estas armas dicen que las tienen reservadas para conflictos con grandes potencias. Para ayudar a Siria y atacar al ISIS, usando como forma para exhibir su mercadería, tienen el caza Sukhoi y los misiles de última tecnología, productos exitosos que dinamizan sus ventas.

Una amarga explicación. Cuando nos preguntamos por qué se venden tantas armas en diversos puntos del planeta donde se presentan constantemente conflictos fronterizos, raciales o de cualquier orden, ya tenemos la explicación. Hay que crear los conflictos y alimentarlos para que los países productores de armas tengan sus clientes fijos y, también, para probar la efectividad de esas armas, que cada día tienen que ser más eficaces: en otras palabras, destruir y matar más gente. Mientras tanto, se crearán nuevos organismos internacionales, para reunirse en conferencias cumbres para hablar de combatir el control de la venta de armas, la proliferación de armas nucleares, etc. Siempre se encontrarán motivos para nuevas reuniones y se seguirán produciendo y vendiendo armas.