Quemar a los ‘gigantes’ implica riesgos
En las últimas décadas, la fabricación de muñecos de siete a diez metros de altura se ha vuelto una tradición que hasta genera una gran atención entre los guayaquileños, que en los días previos a su quema recorre estos barrios.
La mañana de ayer, Martín Cucalón, jefe del Cuerpo de Bomberos, lo dejó claro: la institución guayaquileña no está obligada a distraer equipos y personal para atender una situación que implica enormes riesgos. Se refería a la quema de los monigotes gigantes.
“Es verdad que son un atractivo de la ciudad. No nos oponemos a la tradición de fabricarlos, sino a la quema descontrolada que se hace”.
En las últimas décadas, la fabricación de muñecos de siete a diez metros de altura se ha vuelto una tradición que hasta genera una gran atención entre los guayaquileños, que en los días previos a su quema recorre estos barrios.
Es por eso que este año la Empresa Pública Municipal de Turismo, que preside Gloria Gallardo, instituirá una guía turística que incluye a 27 artesanos fabricantes de monigotes.
Sin embargo, la preocupación del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil proviene de la quema. “Una cosa es la quema de un monigote de un metro ochenta, otra cosa es quemar uno que tiene la altura de un edificio de tres a cuatro pisos”, asegura Cucalón.
Este tipo de actividad afecta al tendido de los servicios de telefonía y electricidad, así como del internet, además de los riesgos de posibles incendios y que se daña el asfalto.
“La quema se ha vuelto una fiesta descontrolada”, agrega Cucalón, quien asegura que hay sectores en los que en menos de una cuadra se suman de tres a cuatro monigotes.
La autoridad menciona que durante las noches en las que se programan la quema, tanto los miembros del Cuerpo de Bomberos como de la Policía Nacional tienen problemas con el populacho.
Paralelo a esto, el Cuerpo de Bomberos se ve en la obligación de enviar equipos y personal para supervisar que no ocurra algún incidente, lo cual determina un costo extra a la institución.
Frente a esto, se envió al alcalde Jaime Nebot que se prohíba la quema y que en lugar de esto, los mismos fabricantes se encarguen de destruir los muñecos y que sean desechados como basura.