Sobre puentes

Estamos en épocas de guerra comercial entre grandes potencias. No puede ser militar, porque de ahí a una respuesta nuclear, estamos a un paso. Estamos en guerra comercial. EE. UU. y China han marcado el ritmo de las relaciones internacionales a punta de arancel. Yo te golpeo y tú devuelves el golpe. Y Latinoamérica está ahí, como siempre, de observadora. Viendo cómo se pasan la pelota. Pero no del todo. Esta mentalidad proteccionista tiene su reacción contraria. Y ahí entraron dos jugadores de peso a la cancha. La Unión Europea y el Mercosur. Firmaron, tras casi 20 años de negociaciones, el Acuerdo de Libre Comercio. Negociaciones, avances y retrocesos, desde el 2000. ¿Por qué tanta demora? Por un motivo en especial. No están negociando entre países, sino entre mercados comunes, con un “arancel común”. Esto significa que lo que le grabe Brasil a Europa por el producto X, es el mismo valor que le impuso Argentina. De la UE lo mismo. Así que las decisiones se deben tomar de forma unánime; significa que del otro lado del charco, 28 países deben estar a favor. La cosa se complica si tenemos productos que compiten entre sí. Desde el lado europeo querían proteger su sector agrícola (¿cómo competir contra la carne argentina?), desde el lado sudamericano querían proteger su industria (¿cómo los fabricantes de carros en Brasil pueden hacer frente a Volkswagen?). Haciendo concesiones, bajo el principio de que al juntar mercados lo que se gana es superior a lo que (al inicio) va a perderse. Guiados también bajo el principio de que la competencia equivale a progreso. Ahora, no quiero dejar de mencionar los dos últimos impulsos del salto: (i) Del lado sudamericano, Bolsonaro. El presidente brasilero, conocido por su impaciencia, amenazó: un retroceso más y se disuelven los 20 años de trabajo. A él hay que creerle. (ii) Del europeo, parece que las dudas quedaron resueltas por su afán de llevarle a Trump la contraria. De ser, nuevamente, quienes regresen al mundo la civilización en esta era de retrocesos y guerra. Sudamérica le enseñó algo al mundo hoy. Espero que pronto Ecuador se sume a esta ola y sea sudamericano, no solo por su geografía.