Propuestas y protestas
La situación actual del Ecuador es de tal naturaleza que se hace imperiosa la presencia y la acción de los actores políticos, partidos, movimientos, gremios y toda clase de organizaciones sociales que sientan de verdad la angustia popular que aumenta con el correr de los días, para que propongan franca y pragmáticamente propuestas concretas que lleven el propósito de cambiar el estado de cosas de este minuto, a sabiendas de que no es tarea fácil y de inmediata solución, pero que tampoco puede esperar por mucho tiempo.
El pueblo ecuatoriano no acepta políticos que quieran destacarse más por eslóganes fáciles que por la reflexión concienzuda, y que pronuncien sentencias vacías y poco realistas antes que soluciones a las que las masas populares se adhieran con profunda emoción. Un político de verdad se caracteriza por orientar a sus seguidores recibiendo sin reticencias sus aspiraciones y sus anhelos de cambio. Una cualidad importante de un dirigente de masas es la de afrontar decisiones difíciles antes que buscar una escapatoria fácil, como por desgracia estamos acostumbrados a ver en nuestro medio. La hora que vive el Ecuador es de tal trascendencia que no está para seguir a mesías redentores, o a quienes con frases y con canciones que se las lleva el viento aspiran a hacer creer que van a volver realidad las aspiraciones de la mayoría de los ecuatorianos. La historia demuestra que hay que desconfiar de las promesas extravagantes, que solamente condujeron a los pueblos a más desesperación, a más angustia y a más pobreza.
No hay que responsabilizar solamente al pasado para obtener aplausos, ni tampoco pretender plantear un modelo de pureza en el que todo error o todo tropiezo lo convierta a uno en criminal, como afirmó con buen criterio un analista político. No estamos en un momento histórico que nos permita divagar. Es la hora de unirnos por encima de intereses personales o de la naturaleza que sea, para con el pensamiento puesto en el porvenir de las próximas generaciones plantear propuestas que las entienda el pueblo y a las que se adhiera con fe y con esperanza.
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