Prioridad relegada

Cálculos políticos, cálculos técnicos, cálculos económicos, cálculos de intereses... Se han medido todas las variables en el dragado del río Guayas menos, aparentemente, la primordial: que es una necesidad que Guayaquil espera desde hace décadas y que una autoridad verdaderamente responsable no dejaría más tiempo aparcada.

El proyecto ha entrado, de nuevo, en un bucle contractual con denuncias de lado y lado sobre incumplimientos y recursos ante la Justicia. No se espera que se resuelva inmediatamente. Entre tanto, volverá el invierno, las lluvias y el peligro de inundaciones y seguirán los problemas de circulación y tránsito que, sin esa obra, siquiera pueden considerar al río Guayas como una alternativa navegable y descongestionadora.

Es una obra indispensable para Guayaquil. Eso lo reconocen quienes están y han estado al frente de la Prefectura y también en la parte contratista. Sin embargo, a juzgar por la realidad, eso no ha impedido caer en enredos, ahora con actores distintos, de licitación pública que postergan la solución que urge a la ciudad. Si, en el fondo, de lo que se trata es de llevarse el mérito, de dejar un legado o de hacer el negocio más rentable, lo único evidente es que nadie se llevará ese honor mientras no se materialice el dragado.