Prensa intercultural

El término cultura tiene una cobertura muy amplia y va más allá de la mágica creación artística o de la investigación rigurosamente científica. Y es que abarca esta acepción muchos estratos y actividades, que van desde la clase alta, intelectualmente hablando, hasta el vulgo, que tiene una intuición que, por ejemplo, permite la permanente mutación del lenguaje. Lo cultural, entonces, se percibe desde lo más sencillo y ritual hasta lo más trascendente y complejo. ¿Acaso no hay creación e investigación en el comer, con la gastronomía de cada pueblo? ¿En el vestir, con una moda siempre cambiante? ¿O en el comunicar cotidiano?

Así, pues, la interculturalidad resulta un efecto casi obvio en toda sociedad. Es el producto de tantas actividades que finalmente se interrelacionan. Hay que considerar, además, las diversas costumbres y modos de ser que varían de acuerdo a las distintas zonas geográficas en que habitamos, diferenciándose en el hablar (usando el mismo idioma) y hasta en el actuar el serrano con el costeño, cada cual con sus valiosos aportes, desde lo fabril a lo artesanal, de lo oral a lo práctico.

De esta suerte, tratar de imponer a los medios de comunicación, que reflejan esa variopinta forma de ser de la población, severas disposiciones legales para incluir la interculturalidad en sus espacios noticiosos y de opinión, resultaría redundante, por decir lo menos. Y el multar a un medio por la interpretación inquisitorial de una burocracia que se siente obligada a buscarle siempre la quinta pata al gato, es atentar contra la libertad de expresión.

No es que desde la prensa se busque luz verde o humo blanco para ejercer el libertinaje noticioso o editorial. El tratar de captar nuevos espacios en el auditorio que lee, mira o escucha, es parte de una legítima competencia que, además, obliga a los medios a emplear recursos, también legítimos, para ampliar su tiraje o su audiencia. Y, por supuesto, no se puede obviar esa interculturalidad, que ahora tanto se controla desde el poder, que lo mismo llega a través de las secciones económicas, deportivas o de crónica roja. Y es que no se puede elaborar un mensaje olvidando la idiosincrasia o la tradición del público al que va dirigido.

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