Preguntas y medidas

Los ecuatorianos estamos viviendo un momento especial. No ha sido necesaria una revolución o un sismo para sentirnos preocupados y curiosos por el próximo futuro. Y, ante la realidad imperante, nos toca a cada uno de los nacidos en costa, sierra y oriente (añadido el mágico territorio insular) tomar partido por una o por otra opción. Y hemos de referirnos, por supuesto, a la convocatoria de la consulta popular que tanto tiempo habíamos esperado luego de la “década pasada”, que los correístas califican como de “ganada”, porque el país indudablemente adquirió otro rostro, por lo que ellos piensan, por ende, que fue “transformadora”, mientras la oposición la califica de “retrógrada y totalitaria”. Y también las medidas económicas que, luego de un suspenso de varios días, la semana pasada las anunció por fin el inquilino mayor de Carondelet, a quien su antecesor parece que, desde Bruselas, ya lo da por muerto al hablarnos de lo que él considera que se trata de una “muy precaria salud” (asunto que no le preocupó cuando lo tuvo de vicepresidente, lo mandó a Ginebra o lo hizo postular por la revolución ciudadana para que lo sucediera).

Habiéndose enviado a palacio más de tres mil propuestas con la intención de que consten en el cuestionario de preguntas que se pondrá a consideración del respetable al momento de ir a las urnas, no para elegir sino para opinar, es natural que un porcentaje de la población, que formó parte de los sectores proponentes, no esté satisfecho con la reducción sincrética que hizo Lenín para quedarse con el cabalístico siete, aunque prometiendo que a lo largo de su período presidencial se harán otras consultas, lo que quiere decir que hay que tomar las cosas con calma, paciencia y esperanza y usar la vieja expresión italiana de “piano piano, va lontano”. Lo mismo ocurre con las medidas en que se piensa en el “debe y el haber”, para usar la terminología de los contadores. A unos le parecerá que Moreno se quedó corto para superar los problemas de la “mesa mal servida” que le dejó Correa y otros que tales medidas son las que se necesitaban no para resolver todo el problema de golpe, pero sí para empezar con buen pie y, además, para agregarle en el después otras soluciones no muy drásticas. Amén.